Pese a las modas que recaen sobre las distintas frutas, los cítricos destacan por su estabilidad en la demanda. Sin embargo, con la pandemia de Covid-19, su consumo se ha visto impulsado por una de las características que más a menudo se destaca de estas frutas: su alto contenido de vitamina C, desde siempre un aliado para el sistema inmunológico de las personas. En ese contexto, el desarrollo de variedades que puedan satisfacer la mayor demanda, pero además diferenciarse de otras para ganarse la preferencia del consumidor y, por consiguiente, de agricultores y exportadores.

Ese es el objetivo del Programa de Mejoramiento Genético de Cítricos que lidera Johana Mártiz, investigadora de la facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal de la UC, y que en su tramo final se enmarca en el proyecto “Obtención y desarrollo de nuevas variedades de mandarinas y limones sin semillas -low seed y seedless- para mejorar la competitividad de la industria citrícola chilena”.

“Cuando se inició el programa de mejoramiento, la naranja sobrepasaba por lejos en producción a las mandarinas, pero debido a que las mandarinas son más fáciles de pelar, tienen un tamaño más atractivo y manejable, sobre todo para niños, y además muy buenas características organolépticas, empezaron cada vez a ser más demandadas. Pero como el alto nivel de competitividad a nivel internacional exige cada vez estándares más altos de calidad, producción y sustentabilidad, dentro de las características de calidad se comenzó a exigir que no tuvieran semillas”, explica Johanna Mártiz, experta en citricultura y mejoramientos de cítricos, e investigadora que dio origen a la creación de Isabelina, la nueva variedad.

En una entrevista con Mundoagro, Mártiz señaló las principales características de esta variedad sobre la que trabajó durante diecisiete años.

—¿Qué es lo que se buscaban con esta nueva variedad que desarrollaron?

—El primer objetivo del programa era buscar variedades sin semillas. Para tener hoy en día mandarinas sin semillas es necesario hacer un trabajo bastante fuerte, ya que no puede llegar polen de ningún otro cítrico. Las mandarinas se contaminan con este polen y crean semillas. Es un proceso complejo, porque para eso hay que enmallar las mandarinas para evitar que lleguen abejas, entre otras cosas. Entonces, es un tema de costo y medioambiental. Un poco para resolver ese tema, se comenzó a trabajar en buscar variedades sin semillas. Ese fue el objetivo primero del programa. Gracias a eso nace Isabelina. Es una variedad que no presenta semillas aun teniendo contacto con polen de otros cítricos.

—¿En qué etapa se encuentra el proceso? ¿Cuándo podrían llegar al mercado?

—Se hizo el lanzamiento oficial el año pasado y está con registro provisorio en el SAG, entonces ya está dentro de la lista de las variedades protegidas. Para comenzar a comercializar estaría lista en 2025, porque hay unas primeras plantas, pero queremos formar mayor cantidad de estas. Estas primeras plantas que han salido las hemos utilizado para ensayos comerciales, pero en 2025 llegarían al mercado para la venta.

—¿Qué resultados tuvo en los huertos experimentales?

—A nivel experimental, muy bien. Es igual a la variedad madre, esta variedad deriva de oronules, que es una clementina tempranera, las primeras que se cosechan en Chile. Mantiene todas las características de oronules, en cuanto a color y tamaño; sin embargo, hemos apreciado algunas diferencias en Isabelina que podría ser un poco más tempranera porque la acidez tiende a bajar un poco más, entonces podría ganarle una semana a su mamá. A pesar de que no tiene semillas, el calibre se mantiene exactamente igual a la de mamá. Anda muy bien y tiene un color maravilloso.

Es una muy buena mandarina pensando en precios y exportaciones. Al ser muy tempranera, está pensada para zonas que sean más tardías o que tengan riesgo de heladas. Con la sequía nos hemos ido moviendo al sur, no obstante, el problema es que nos enfrentamos con inviernos en los que hiela. Ante eso la planta podría sobrevivir, pero es la fruta la que necesita mayor cuidado y atención.

—¿Qué características específicas tiene esta nueva variedad que crearon y en qué se diferencian de las otras?

—Es una clementina. La gente dice que las clementinas no son mandarinas pero sí lo son. Tiene aspectos muy similares a la de la madre, con un color muy bonito y fuerte, su tamaño también es bueno, porque al no contener semillas se pensaría que el calibre es distinto pero no es así. Ahora bien, la gran diferencia con otras es que esta variedad no se contamina con semillas.

—¿Ven cercana la posibilidad de exportar la genética?

—Actualmente están los trámites en proceso para internacionalizarse, de hecho, tenemos ya interesados en Europa. Por otra parte, hay que tener mucho cuidado, porque en la primera fecha que se comercializa la variedad, ya que eso tendrá que ver con la fecha que se pueda patentar afuera. La idea es llevarla a Estados Unidos y Europa. Cabe recordar que España es el principal productor de mandarinas, sin embargo, ellos no tienen una clementina con las características de esta. Sudáfrica también nos mostró interés.

—¿Qué recepción crees que puede tener la variedad por sus características en el consumidor?  

—A la gente les gusta las mandarinas, entonces si les garantizas una sin semillas, créeme que van a estar muy agradecidos y la van a comprar. Mucha gente dice que no es grato comer una mandarina y que salgan semillas, entonces son esas las que quedan en el mercado nacional como descarte.

—¿Qué es lo que viene a aportar la variedad?

—Va a ser una oportunidad para los productores para mejorar algunos negocios, incluso a pequeños productores que podrían vender la variedad al mercado local. Lo que más rescato es hacer innovación en Chile, porque estamos desarrollando cosas y no solo cítricos, entonces encuentro que es un súper aporte. Son 17 años de trabajo y detrás hay mucha gente profesional trabajando.