Es difícil discernir qué rasgos de la personalidad nos llegan desde los valores y las tradiciones inculcadas por la familia y cuáles son enseñanzas de la vida. Bárbara Becker es la productora de remolacha con mayores rendimientos en todo el mundo y al momento de definirse ella habla de su familia alemana, del colegio alemán que tanto la marcó pero también cuenta cómo se adaptó a lo que el camino le puso enfrente y, en especial, como encaró todo desafío con la misma dosis de rigurosidad y sensibilidad de mujer.

Al momento de entrar a la universidad, Bárbara se inclinó por educación de párvulo, un área completamente distinta a la agricultura. Sin dudas, no imaginaba el éxito que lograría años más tarde en el cultivo de remolacha. “Mi papá, Rolf Becker, era agricultor y nos criamos en el campo de Los Ángeles hasta 5°basico. Después nos fuimos al colegio alemán de Temuco y luego a Santiago; viajábamos a la casa de mis papás en las vacaciones todos los años”.

Si bien Rolf Becker tenía cultivos tradiciones, se destacó como criador de overo colorado, con los que solía ir a las exposiciones para luego venderlos. Y algo de eso fue quedando en la memoria emocional de Bárbara: “Por tradición de ver a mi padre trabajar me fue gustando el tema del campo”.

Con el fallecimiento de sus padres, Bárbara quedó como la única hermana que vivía en Los Ángeles. “Me vi emplazada e interpelada a asumir la administración del fundo, porque fui educada en el seno de una familia donde se valoraba profundamente la tradición y queríamos mantener la de mis padres”.

Al llegar al campo, Bárbara sintió que no contaba con los conocimientos agronómicos necesarios, pero tenía la perseverancia y las ganas. “Uno de mis hermanos es ingeniero agrónomo y me dijo que sembrara remolacha. Me fue tan bien que eran muchos sueldos de los que podía ganar en los colegios”.

Luego del éxito obtenido en la primera cosecha, decidió arrendar un campo más grande. Con el paso de las cosechas y la dulzura de los buenos rendimientos llegó a comprar un campo más grande. “Llevo treinta años cultivando remolacha y nunca he dejado de sembrarla. Creo que nunca dejare de cultivarla”.

CAMINO AL RECORD

Año a año Iansa elige entre sus agricultores a uno para realizar la parcela demostrativa donde se realizan ensayos para luego poder replicar a mayor escala, con el objetivo de transferir tecnología y desarrollo del cultivo de la remolacha. Y en este caso el seleccionado fue el de Bárbara, Estación Candelaria, VIII región. “El terreno venia de trigo, por lo que preparamos el suelo. Se movió la tierra cuando estaba seca todavía, por lo que preparamos el terreno en febrero, para el cultivo que viene en agosto. El técnico te va indicando los procesos y las tareas que se deben realizar; se tomó un potrero de 20 hectáreas de un total de 320”.

Si bien nunca creyó que podría obtener semejantes resultados, lo cierto es que tampoco sufrió grandes contratiempos con la agricultura. “Siempre he tenido buenos resultados. Tienes que hacer las cosas a tiempo, sembrar y estar en la siembra, controlarla, cuidar el cultivo hasta el final. Te pasas un año entero para la cosecha y es clave tener gente buena en el campo que me colabora mucho”.

Tal y como lo ha hecho durante sus treinta años en el agro, Bárbara demostró ser una alumna por demás aplicada. Siguió al pie de la letra el mismo plan de trabajo que el usado en la parcela demostrativa de 29,9 hectáreas, lo que le permitió obtener los increíbles resultados: un rendimiento de 189,60 toneladas de remolacha por hectárea, base 16,6% de sacarosa y un rendimiento total base de 196,71. “Este año se dio todo, el clima y las variedades que son muy buenas. El campo tiene un suelo trumao y de arcilla negra que es muy buena para el cultivo, ya que mantiene y absorbe bien el agua”.

Becker comenta que para el cultivo de la remolacha se debe hacer rotaciones, no se puede cultivar remolacha sobre remolacha, se debe dar tres años, por lo que hay años que puedes sembrar más y otros menos por la rotación del campo. “Nosotros duplicamos la remolacha, ya que teníamos terreno para hacerlo. Este año tenemos 120 hectáreas de remolacha, el año pasado teníamos 60, por lo que buscamos un buen rendimiento que nos convenga”.

“Éste año sembré igual que los otros años. En la parcela demostrativa sembré con una máquina distinta, en cinco días estaba toda la remolacha. Los Ángeles obtuvo 107 en promedio, algo nunca visto; el sector mío dio promedio 115. En la parcela demostrativa fui el porcentaje más alto, me fue fantástico, no lo podíamos creer. Dejé un potrero para evaluarlo camión a camión y me dio 170 de azúcar y eso es lo mismo que obtuve en la parcela demostrativa”.

UNA ORGULLOSA MANIATICA

Después de las satisfacciones que le ha dado la remolacha en todos estos años, Becker no lo duda: “lo voy a seguir haciendo lo mejor posible, porque no me voy a meter en fruta, ya que no tengo valor para eso, lo tendrán que hacer mis hijos después. Continuaré con los cultivos tradicionales, nunca voy a dejar de sembrar remolacha mientras viva”.

Queda claro que dentro de los lineamientos de trabajo de Becker la regla primordial es respetar las recomendaciones y cuidar el detalle. “Nuestro sistema de trabajo es sacar lo mejor que se pueda, porque te da el diferencial y para eso te tienes que mover. Yo llego antes que llegue la gente al campo, nos gusta estar en terreno”.

Bárbara tiene marcado a fuego los valores por lo que recomienda: “si tienes ganas de hacer las cosas, las tienes que hacer bien; lo mejor que uno puede. Somos de familia y colegio alemán y en eso no transamos, siempre damos lo mejor. Si te va mal que no sea culpa tuya, sea culpa de factores externos. Me encanta ser así maniática”.

Además confiesa que siempre he recomendado el cultivo de la remolacha, pero aclara que es un cultivo que requiere estarle encima y ver todos los detalles. “La persona que cultive remolacha tiene que tener la tenacidad porque es un cultivo de dedicación”. Pero ese esfuerzo, sin dudas, es retribuido. “Si tú lo haces bien, te va bien y ganas dinero. La remolacha es uno de los cultivos más rentables pero a la vez más caro en el costo de entablar una hectárea. Al ser un cultivo anual, tu inviertes y recuperas”.

CON MIRADA DE MUJER

Es cierto que cada agricultor tiene su historia, que nadie ha llegado adonde está por la pura casualidad, pero en el caso de Bárbara hay un elemento que convierte a su fundo en algo especial: “Cuando comencé a cultivar remolacha, hace treinta años, no había mujeres en éste cultivo; hoy día hay más mujeres metidas en el sistema y los hombres son muy amables con nosotras. Ser mujer ha sido una ventaja indiscutible”.

Según ella, ser mujer le permite observar la realidad desde una perspectiva distinta. “La fertilidad está en nuestra naturaleza, tenemos vocación por cuidar y respetar los suelos donde con tanta esperanza uno siembra la semilla”.

Quizás por eso Bárbara cuida al cultivo tal y como si fuera un hijo. Le entrega dedicación y el tiempo que requiere. Y sabe que los resultados van a llegar, pero para eso hace falta ser una mujer aguerrida y rigurosa hasta el récord.