Desde hace tiempo ya, los agricultores chilenos han incorporado a sus agendas una fecha que es clave para sus campos y que sin embargo nada tiene que ver con nuestro calendario. Se trata del Año Nuevo Chino. La tradición ancestral de regalar cada año algo que simbolice tanto buena reputación como generosidad se ha materializado, en buena medida, en cajas de cerezas: el rojo de los frutos representa, según su cultura, felicidad, éxito y buena fortuna, mientras que el diseño de los packagings ha sabido transmitir la idea de lujo y exclusividad. Por lo tanto, este evento se ha convertido en una referencia obligada durante cada temporada de cerezas al marcar un peak de demanda y de precios nada menos que en el principal destino del también principal fruto exportado por Chile.

Por su parte, la dificultad para nuestra industria es llegar con la misma calidad y condición todos los años, lo que resulta aún más desafiante si se considera que la fecha del Año Nuevo Chino varía cada temporada: si en 2021 fue el 12 de febrero, en 2022 resultó el 1 de febrero, es decir casi dos semanas antes. A esto se suma el problema mundial de disponibilidad de contenedores, una situación que está poniendo en jaque a la industria cerecera. Con estos factores en juego, aparece la gran incógnita, si adelantar o no las cosechas, lo que obliga a los profesionales de postcosecha que pretendan llegar con un excelente producto a destino a buscar la forma de integrar distintas herramientas de postcosecha como frío, atmósferas modificadas y otros.

En este sentido en Decco llevan varios años recomendando el uso de Naturcover Conservación Extra, un formulado en base a sucroésteres de ácidos grasos (E-473) y otros aditivos destinados al tratamiento postcosecha de cerezas, ciruelas, pomáceas, entre otras especies, para mejorar el aspecto y prolongar su vida comercial. Se trata de un agente de recubrimiento que se aplica sobre la superficie de las frutas o frutos para mejorar la resistencia a la manipulación y retrasar el envejecimiento por reducción de transpiración y respiración de la fruta, lo que en resumidas cuentas prolonga su vida comercial.

Las primeras experiencias en Chile se realizaron en manzanas y peras, donde se vieron resultados extraordinarios (Ver Foto 1). Luego se buscó validar los beneficios obtenidos con este recubrimiento, cuya principal propiedad es la de ser un antioxidante natural, para lo cual en el año 2019 comenzaron los ensayos en cerezas. En algunas experiencias realizadas por el área de investigación de algunos clientes de Decco se observó que existía retención de firmeza (Gráfico 1). Luego, también se observó que disminuía el pardeamiento de pedicelo, que además eran de mayor grosor (Gráfico 2 y Foto 2).

Adicionalmente a este tipo de soluciones, en Decco Chile tienen disponible para la industria distintos fungicidas de postcosecha para cerezas como Fludioxonil, Pirimetanil, Tebuconazole, y alternativas para sanitización junto con tecnologías para automatizar los procesos de aplicación como sistemas pH-ORP y el dosificador automático de fungicidas DeccoDAF.