Favorecidas y a la sombra
Viticultura protegida: experiencia del uso de mallas fotoselectivas para entender las modificaciones microclimáticas en uva de mesa en el norte de Chile.
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Existe un antes y un después del 26 de julio para muchos agricultores del Maule Sur, cuando se anunció el cierre definitivo de la planta de IANSA en Linares. ¿Qué va a pasar con la remolacha? ¿Es el fin del cultivo en la VII región? ¿Qué van a hacer los remolacheros ahora? Un sinnúmero de […]
Existe un antes y un después del 26 de julio para muchos agricultores del Maule Sur, cuando se anunció el cierre definitivo de la planta de IANSA en Linares. ¿Qué va a pasar con la remolacha? ¿Es el fin del cultivo en la VII región? ¿Qué van a hacer los remolacheros ahora? Un sinnúmero de incógnitas pasó por la cabeza de los productores que, en lo inmediato, tienen dos opciones: trasladar la remolacha a la planta de Chillán o reconvertirse a otro cultivo. Ricardo Escalona, presidente de la Asociación de Productores de Remolacha del Maule Sur, cultiva remolacha hace 34 años en los que se ha ido perfeccionando hasta conocer los más mínimos detalles del cultivo. “Pero hoy no quiero saber de nada que tenga remolacha. Lo digo con mucha rabia y sentimientos encontrados, después de haberme perfeccionado, de adquirir tecnología y maquinaria; ahora de la noche a la mañana te dicen que esto se acabó, da rabia”. Luis Muñoz sembraba 30 hectáreas de remolacha en la zona de Colbún, con un rendimiento promedio de 140 toneladas limpias. Según comenta, en la zona tenían calculado sembrar 5.000 hectáreas en Linares, con la planta abierta. “Ahora no se sabe cuántas hectáreas van a quedar”. En 2016, tan cerca que parece ayer, Chile logró el mayor rendimiento promedio de remolacha en todo el mundo con 106,4 toneladas. Con ese antecedente los productores jamás pensaron que en apenas dos años se verían ante la incertidumbre de continuar o reconvertirse.
FACTORES INFLUYENTES
Desde la empresa explican el motivo que los llevó a tomar la drástica determinación, indicando que el directorio de la compañía adoptó esta decisión luego de un profundo análisis que consideró diversos factores como la baja sostenida en el precio internacional del azúcar y la disminución en el consumo en el mercado doméstico, entre otros. En IANSA creen que con la determinación adoptada obtendrán mejoras operacionales que permitirán hacer sostenible a la empresa y, por ende, al cultivo de la remolacha en la zona centro – sur de nuestro país. “Sin duda es una medida que nos duele y que tratamos de evitar hasta donde fue posible, porque nuestro vínculo con los remolacheros del Maule es profundo, pero debíamos ser responsables y conscientes de la realidad que ha afectado al negocio azucarero los últimos años”, indicaron a través de un comunicado.
Desde el punto de vista agrícola, la empresa señala que seguirán avanzando a paso firme en mejorar aún más los rendimientos por hectáre a nivel operacional. “Continuaremos aumentando la eficiencia en todos los procesos fabriles y a nivel industrial el desafío es poder capturar las mejoras en eficiencias productivas que estimamos alcanzar, basados en la investigación que hemos realizado durante los últimos años para mejorar los procesos industriales. Tenemos los agricultores y el equipo humano para lograrlo, por lo que a pesar de las dificultades, estamos muy optimistas”.
COSTOS A CONSIDERAR
Los agricultores que decidan continuar con el cultivo de la remolacha tendrán que llevar su producción a la planta de San Carlos, ubicada en Chillán. Para el remolachero Walter Harsh, esto significa un costo extra de 3,5 dólares por tonelada, lo que equivale a perder unos $600.000 de su rentabilidad. Ante eso, IANSA ofreció ayudar a los productores que deseen continuar en el rubro remolachero. “Hemos dispuesto que los productores de Talca y Linares que tengan contratos vigentes o lo suscriban para la temporada 2018 – 2019, IANSA les financiará el 50% del costo extra que significa trasladar la remolacha a la planta de San Carlos. Este monto se cancelará al término de la entrega total de remolacha de cada contrato, en base a la tabla de máximos a financiar por conceptos de fletes”.
La empresa explicó que dicha bonificación servirá para mitigar, en parte, los efectos del cierre de la Planta de Linares. Muñoz califica la acción como “un caramelo para un niño, el subsidio es para calmar un poco las aguas y todo lo que está pasando”. Por su parte, Escalona advierte posibles problemas con la adjudicación del subsidio a los productores. “Se habla de mucho subsidio, pero cuando llega la hora de concretar el tema, empiezan los trámites y las condiciones. Es un tema que hay que discutirlo y ver las condiciones”. Explica que en estos casos existe mucha burocracia: “Te piden esto y lo otro. Si eres arrendatario, no tienes derechos, tienes que tener por lo menos un contrato de más de dos años. Y así comienzan a descartar y va quedando la gente fuera”.
EL CAMINO A LA RECONVERSIÓN
Un total de $1.700 millones dispone el Gobierno para el plan Maule, que tiene el objetivo de lograr la reconversión los próximos tres años. El Ministro de Agricultura, Antonio Walker, viajó a la zona junto a los directores nacionales y regionales de los servicios para reunirse con las autoridades. “Nuestro gran plan para el Maule Sur es hacer lo mismo que hicimos con el Maule Norte hace veinte años”. Walker explicó en qué consiste el plan: “Primero, los que quieren seguir produciendo remolacha vamos a apoyarlos para que puedan subir un 30% su rendimiento, mediante riego tecnificado y con nuestro programa de recuperación de suelos y fertilización. Segundo, vamos a tratar de reconvertirlos hacia otros cultivos, como el tomate, el trigo candial, el maíz. Y tercero, vamos a tratar de reconvertirlos hacia los frutales menores y mayores, donde hay un tremendo futuro”.
José Ramón Valente, Ministro de Economía, también se refirió al plan realizado por Viña San Pedro, respecto a la reconversión. “Vamos aplicar ese mismo plan ahora para la región del Maule, que significa convertir tierras agrícolas de un destino a otro, particularmente de remolachero a viñedos. Ese plan no solo puede ser aplicado para viñas, sino que es un modelo que implica capacitación, crédito, darle un sustento continuo a las familias, hasta que las nuevas plantaciones empiecen a producir y creemos que también se puede aplicar a los berries y pueden ser muy atractivos en la región”.
Pese a la disposición del Gobierno de ayudar y apoyar a los agricultores, para ellos no resulta una tarea simple. A ojos de Escalona “no es fácil la reconversión, porque si uno no conoce el cultivo difícilmente lo vas a manejar en dos o tres años; van a pasar muchas cosas. No es llegar y aventurarse con un cultivo que no conoces, porque tienes que aprender a manejar muchos factores. Es riesgoso”. Otro aspecto que considera Escalona en su análisis, es que para dar el paso a la reconversión los productores requieren contar con recursos económicos. “Además de las plantas, se requiere riego tecnificado y tiempo, ya que se necesita, en promedio, cinco años para comenzar a cosechar”. Por lo que se cuestiona qué van hacer los agricultores durante ese tiempo, “si esperamos a que los frutales lleguen a producir, nos morimos de hambre en esa espera”.
Para Luis Muñoz no es una opción reconvertirse a frutales. “Soy un agricultor pequeño, no tengo el dinero, ni la capacidad de poder aguantar cuatro años sin producir. No puedo”. A su juicio el recambio a frutales no es una alternativa que todos pueden realizar, se requiere de un respaldo financiero para poder concretar el nuevo paso. Claramente algunos frutales presentan un gran potencial en la zona, con buenos precios que los hacen atractivos a los ojos de los agricultores, pero todos coinciden que no pueden esperar cinco años para producir. Walter Harsh señala que la fruticultura es una alternativa solo para algunos productores, “porque es lento, nos demoramos en producir y mientras tanto cómo vivimos. Y si pensamos en otros cultivos como el maíz, trigo o poroto, no tienen un precio determinado. Estamos complicados”.
La VII región posee un sello de calidad agrícola, que el mismo Ministro de Agricultura destacó: “El Maule Sur tiene que integrarse a la canasta de productos exportados. El Maule tiene mucho futuro, no los vamos a dejar solos y como Gobierno los vamos a ir a acompañar”. En la zona destacan los cultivos de cerezas, nogales, avellano europeo, arándanos, kiwi, manzanas y peras, por lo que el Gobierno planea alianzas productivas con los agricultores, con el objetivo que den un paso a la fruticultura.
UN NUEVO COMIENZO
El cierre de la Planta de Linares no significa que el cultivo pierda atractivo para los productores del sur de nuestro país. Desde IANSA comentan: “Seguiremos avanzando a paso firme en mejorar aún más los rendimientos por hectárea. A nivel operacional, trabajaremos en aumentar la eficiencia en todos los procesos fabriles; y a nivel industrial, el desafío es capturar las mejoras en eficiencias productivas que estimamos alcanzar, basados en las inversiones que hemos realizado durante los últimos años para mejorar los procesos industriales”.
La empresa agrega que los remolacheros son claves en la cadena de valor por lo que el cierre de la planta, aseguran, es una decisión compleja en pos de asegurar la continuidad de la actividad remolachera en el país. “Pese a las dificultades, estamos muy optimistas”.
Es evidente que la decisión provocó un verdadero terremoto en la zona, pero muchas veces de la dificultad emergen los mejores desarrollos. Es así como hoy los agricultores se enfrentan a la necesidad de dejar el cultivo de la remolacha atrás y comenzar a escribir una nueva historia. Uno de los caminos es la fruticultura, que para quienes puedan considerarla tiene el enorme atractivo de la rentabilidad. Así como los productores del Maule Norte hace veinte años se atrevieron a innovar en la fruticultura, quizás hoy sea el turno de la zona sur.
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Robert Edition
6 minutes ago