
Exportaciones en paz
Por: Andrés Bórquez, Profesor Escuela De Negocios Internacionales de la Universidad de Valparaíso, Campus Santiago. Dr. en Políticas Internacionales, Universidad De Fudan, China. QUÉ PANORAMA SE ABRE PARA CHILE EN EL MERCADO ALIMENTARIO DE CHINA EN MEDIO DE LA GUERRA COMERCIAL CON ESTADOS UNIDOS. A medida que la guerra comercial entre China y […]

Por: Andrés Bórquez, Profesor Escuela De Negocios Internacionales de la Universidad de Valparaíso, Campus Santiago. Dr. en Políticas Internacionales, Universidad De Fudan, China.
QUÉ PANORAMA SE ABRE PARA CHILE EN EL MERCADO ALIMENTARIO DE CHINA EN MEDIO DE LA GUERRA COMERCIAL CON ESTADOS UNIDOS.
A medida que la guerra comercial entre China y Estados Unidos se extiende, los especialistas están más divididos sobre los impactos que este conflicto puede ocasionar en la economía mundial y especialmente en el mercado del gigante asiático, así como las repercusiones para los países emergentes que exportan hacia China. En el reciente encuentro del G20 efectuado en Argentina, Beijing y Washington establecieron una tregua de 90 días, otorgando un suspiro no sólo a los países implicados, sino también al resto del mundo. Esta medida evita que el conflicto siga escalando y derive en una nueva Guerra Fría o, peor aún, en la Primera Guerra Mundial Comercial. No obstante, en el último encuentro entre ambas naciones no se establecieron otros acuerdos que permitan visualizar que la disputa esté cerca de finalizar. En este contexto, el alto al fuego representa una buena oportunidad para analizar algunos factores que han permitido a China amortiguar los impactos de esta guerra, en especial aspectos que son cruciales para los intereses de Chile como son las políticas de importación de alimentos.
DIVERSIFICACIÓN DE PROVEEDORES DE ALIMENTOS
Primero, para entender la economía de la República Popular China, a diferencia del común de los países, además de observar el desempeño e iniciativas del sector privado, hay que tomarle el pulso de las políticas del gobierno central y los estímulos que despliegan para llevar adelante sus planes de largo plazo. Beijing, a diferencia de la estrategia arancelaria de Washington contra China, ha optado por imponer porcentajes más altos a bienes específicos, poniendo énfasis en restringir los productos agrícolas y agroindustriales de origen estadounidense, que son sectores cercanos al voto republicano. Las autoridades chinas, empleando su pragmatismo, han asumido arriesgar a corto plazo inflaciones en los alimentos importados, al mismo tiempo que han comenzado a activar el reemplazo de alimentos de origen estadounidense. Durante la última década, China ha trasladado su crecimiento económico hacia un modelo basado en el consumo interno. Para esto ha dispuesto gradualmente el acceso de nuevos productos y socios comerciales. La segunda economía mundial ha establecido una estrategia de diversificación de proveedores de alimentos mediante la firma de acuerdos de libre comercio y asociaciones estratégicas integrales. En este sentido, China ha firmado este tipo de acuerdos con sus principales proveedores de alimentos como son ASEAN (Asociación de Naciones del Sureste Asiático), Comunidad Europea, Australia, Nueva Zelanda, Brasil, Argentina, Chile, Perú, etc. Según informa la agencia Xinhua (2016), más del 70% de las importaciones de alimentos tienen un origen en países que han firmado asociaciones estratégicas integrales o tratados de libre comercio (TLC’s). Estos acuerdos cuentan con una base vinculante y vienen siendo implementados sistemáticamente durante la última década; por ejemplo, el TLC Chile-China tiene más de diez años de vigencia, ayudando a convertir a Chile en uno de los tres principales exportadores de fruta fresca para el mercado chino.
Chile debe aprovechar su fortaleza de
potencia agrícola para no sólo enviar
frutas a China, sino además exportar
servicios ligados a la optimización de
procesos agrícolas
ALIANZAS CON POTENCIAS AGRÍCOLAS Y AGROINDUSTRIALES
En segundo lugar, otro elemento importante tiene relación con la diferenciación entre el mercado de alimentos basados en la dieta china y los alimentos basados en la dieta occidental. El gigante asiático tiene una dependencia de alimentos importados debido principalmente a la escasez de tierras cultivables en relación al tamaño de su población. Según datos de la FAO, China solamente posee el 12,7% de la superficie de tierras cultivables del mundo y representa el 19,15% de la población global (2015). En esta configuración, cubrir la canasta de alimentos basados en la dieta local al mejor precio posible es fundamental para que la población y, sobre todo la de menos recursos, pueda abastecerse sin alterar de manera sustancial su presupuesto familiar. Frutas como naranjas, manzanas, frutillas, uvas, mangos, ananás, plátanos, cerezas, fruta del dragón son parte de la alimentación cotidiana y los consumidores son altamente sensibles a los precios. Para esto, el gobierno central no sólo ha dispuesto la diversificación de los acuerdos antes mencionados, sino también ha definido una política de optimización de la autosuficiencia alimentaria basada en arriendos de tierras cultivables en los países vecinos (como el caso de Rusia) y el establecimiento de alianzas tecnológicas con potencias agrícolas y agroindustriales para generar mecanismos de cultivos alternativos, como por ejemplo la hidroponía. Por otro lado, emerge un fenómeno complementario, ligado al aumento del consumo de productos basados en la dieta occidental. Esto obedece principalmente al crecimiento significativo de su clase media que, al contar con un mayor poder adquisitivo, está abierta a incorporar estilos alimentarios internacionales mediante productos importados.
Las alteraciones de precios provocadas
por la guerra comercial no son tan críticas
como otros factores relacionados con
las características del producto y su
estrategia de entrada al mercado.
La Oficina Nacional de Estadísticas de China (2018) proyecta que la clase media china representará 700 millones para el año 2020; por otro lado, un estudio realizado por la consultora McKinsey & Company (2013), estima que el 75% de la población urbana de China se considerará de clase media para 2022 (esto se define como hogares urbanos que ganan entre US$ 9.000 y US$ 34.000 por año). La mayoría de estos alimentos aún se encuentran en una etapa de penetración, por lo cual las alteraciones de precios provocadas por la guerra commercial no son tan críticas como otros factores relacionados con las características del producto y su estrategia de entrada al mercado (por ejemplo: alimentos con calidad certificada, ajustados al paladar chino y que cuentan con un envasado acomodado a los gustos del consumidor local). Cabe resaltar que, según cifras de la Organización Mundial de Comercio (OMC, 2016), el gigante asiático se ha consolidado entre los tres principales compradores mundiales de alimentos y productos agrícolas, teniendo un crecimiento promedio del 21,5% anual desde el año 2001.
CRECIMIENTO Y AHORRO

Un tercer elemento relevante es que China ha reducido el impacto de la guerra comercial gracias a un alto nivel de ahorro y a su crecimiento sostenido en las últimas décadas. A pesar de que las recientes cifras muestran un descenso en los niveles de ahorros, aún sigue teniendo una de las tasas más altas a nivel internacional. Según datos del Banco Mundial, ajustando los efectos de la actual guerra comercial, se proyecta un nivel de ahorro de las familias chinas de un 35% del PIB para el 2020, más del doble del nivel de ahorro de Estados Unidos. Con esta base, China está en condiciones de superar una tormenta financiera. Del mismo modo, otro factor que ha permitido blindar los actuales impactos de la guerra comercial es el nivel de crecimiento del gigante asiático, las señales muestran que las exportaciones y el gasto de los consumidores se mantienen a tasas similares a la de los últimos cinco años. Según datos oficiales de la Oficina Nacional de Estadística China, el primer y segundo trimestre del 2018, el país creció a un 6,8% y 6,7 %, respectivamente. Lo mismo sucede con el nivel de ventas al por menor, las cuales han crecido 9,8% y 9% en cada caso. Esto no quiere decir que la guerra comercial no tenga costos. No obstante, China tiene recursos para minimizar su impacto, incluyendo herramientas fiscales y comerciales como recortes de interés y rebajas arancelarias para el ingreso de ciertos alimentos específicos.
ESTRATEGIA INTEGRACIONISTA
Un cuarto punto es que Beijing ha optado por seguir abriendo su economía y fortaleciendo el libre comercio. A diferencia de la estrategia proteccionista utilizada por Washington, la República Popular sigue sofisticando sus redes de cooperación y estableciendo iniciativas como la nueva ruta de la seda que incluye entre sus políticas el fortalecimiento de la seguridad alimentaria de los países participantes (Belt and Road Initiative). China sigue optando por una estrategia integracionista, mejorando áreas controvertidas y ajustándose a las normas establecidas por la OMC. Este último argumento se acerca a la lógica que el enfoque integracionista funciona como un elemento de socialización, al generar puntos de convergencia y una participación basada en el compromiso con las instituciones y normas de la comunidad internacional.
NUEVAS OPORTUNIDADES PARA CHILE
Finalmente, cabe resaltar que Chile debe seguir fortaleciendo el nivel de cooperación con China. Por un lado, debe aprovechar su fortaleza de potencia agrícola para no sólo enviar frutas, sino además exportar servicios ligados a la optimización de procesos agrícolas, tal como lo realiza en estos momentos la región alemana de Baviera en China. Por otro lado, Chile debe posicionarse como plataforma alimentaria de la nueva ruta de la seda china, por ejemplo, estableciendo en el puerto de Valparaíso un hub de alimentos que permita acopiar, procesar y etiquetar alimentos chilenos y de las naciones vecinas para luego enviarlos a China y los países de la zona del Asia Pacífico.
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