CoopeKiwi expande el cultivo de kiwis orgánicos en Argentina
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Con el fin de garantizar una adecuada producción de fruta sin ir en desmedro de su calidad, es necesario realizar una serie de prácticas y manejos durante la temporada. Entre las distintas variables que influyen en la producción de fruta es clave incorporar un óptimo manejo del riego capaz de asegurar un adecuado volumen de […]
Con el fin de garantizar una adecuada producción de fruta sin ir en desmedro de su calidad, es necesario realizar una serie de prácticas y manejos durante la temporada. Entre las distintas variables que influyen en la producción de fruta es clave incorporar un óptimo manejo del riego capaz de asegurar un adecuado volumen de fruta, así como también un nivel de reservas nutricionales que promuevan el normal desarrollo y crecimiento de las plantas en la temporada siguiente. Para esto es necesario poner gran énfasis en el riego efectuado durante la temporada de crecimiento y, además, en el riego destinado a abastecer de agua y nutrientes a la planta una vez finalizada la cosecha.
Los agricultores no suelen darle al riego en postcosecha la relevancia que realmente posee. Este es el periodo en que se definirá el comportamiento de la brotación y floración de la próxima temporada y, por consiguiente, definirá el éxito de una producción sustentable en el tiempo. Una vez cosechada la fruta, por equilibrio fisiológico, ocurre un segundo peak de crecimiento de raíces, el cual es precedido por un primer peak que acontece en primavera.
Es de suma importancia saber que el crecimiento de las raíces necesita, además de agua y nutrientes, un espacio poroso entre las partículas de suelo que provea de oxígeno para generar la energía necesaria para el desarrollo de la planta. De acuerdo a esto, es preciso otorgar las condiciones óptimas para el normal funcionamiento de las raíces, garantizando una excelente relación entre el agua y el oxígeno del suelo. Después de cosecha, esto último se logra con riegos largos y poco frecuentes, lo que permitirá, entre otros beneficios, remover el exceso de sales causado por la fertilización llevada a cabo en precosecha, así como también, asgurar la absorción de agua y nutrientes que van a formar parte de las reservas para la próxima temporada.
En sistemas de riego presurizados con una entrega de agua entre los 10 a 20 m3/ha*hr, se debiese regar, en la zona centro, entre quince a veinte horas con una frecuencia de cinco días. Por otra parte, si el huerto cuenta con un sistema de riego gravitacional, como surcos, tazas y/o de tipo californiano, se recomienda, en la medida de lo posible, regar durante seis a ocho horas cada cinco días.
No obstante, también hay que tener cuidado pues un exceso de agua en el periodo previo al receso invernal, puede ocasionar un rebrote vegetativo, entregando una señal equívoca a la planta para iniciar el proceso de senescencia. Lo ideal es ir disminuyendo la cantidad de agua acorde a la demanda atmosférica y al estado de desarrollo del cultivo. En la zona central del país, después del mes de febrero, la demanda de agua disminuye considerablemente, por lo que la cantidad de agua debiese descender en similar proporción.
Debemos tener en consideración que un exceso de agua en el suelo, es igual de perjudicial que un déficit hídrico moderado o severo. Por el contrario, un déficit de agua después de la cosecha también puede traer serias consecuencias para la temporada siguiente. En los frutales caducifolios, durante la postcosecha, entre otros procesos morfológicos, ocurre la inducción floral, que es el estímulo que recibe un meristemo vegetativo para transformarse en uno reproductivo (flores). Posterior a la recepción del estímulo, ocurren una serie de cambios morfológicos que se extienden hasta el receso invernal, lo que se denomina diferenciación floral. Un déficit hídrico en este periodo puede afectar ambos procesos, generando problemas productivos la temporada siguiente.
Especies por especie
Si se consideran los efectos del manejo de riego por algunas especies, tenemos que en cerezos un estrés hídrico en postcosecha aumenta la cantidad de frutos dobles, repercutiendo directamente sobre la fracción de fruta exportable. Al mismo tiempo, se ha reportado que plantas que fueron estresadas durante la postcosecha, en la temporada siguiente aumentaron el número de flores.
En almendros, por el contrario, el déficit hídrico en postcosecha reduce en forma severa el número de flores y el nivel de cuaja en la siguiente temporada, afectando seriamente la carga frutal. Debido a que la falta de agua en postcosecha es más perjudicial que un déficit hídrico en precosecha, se torna indispensable mantener los riegos desde la recolección de la fruta hasta que comience el período de lluvia. Lo mismo ocurre en ciruelo europeo y en el damasco.
En duraznero y nectarín, la disminución de la productividad se ha atribuido a distintos aspectos, tales como, los efectos acumulativos del déficit hídrico sobre el crecimiento de los árboles, la disminución de la cuaja como consecuencia del aumento en la caída de frutos jóvenes, o la reducción del número de botones florales. Se ha documentado también, en ciruelo japonés, que la escasez de agua periódica en postcosecha, reduciría fuertemente el rendimiento después del cuarto año.
En uva de mesa, sucede algo distinto, ya que al ser considerada una especie frutal que tolera muy bien las condiciones de escasez hídrica, una restricción severa del agua en esta etapa no tendría repercusiones significativas sobre el rendimiento de la siguiente temporada. Sin embargo, es importante recordar que esta es la época “normal” para el crecimiento de raíces y la reposición de las reservas nutricionales (carbohidratos y aminoácidos) a nivel de yema, tronco y raíces, y que puede tener una incidencia importante en la brotación de la próxima temporada.
Para llevar un control del riego y determinar la profundidad de éste, la distribución de humedad y de raíces en el perfil, es importante realizar periódicamente calicatas para verificar si se está efectuando correctamente la cantidad y frecuencia del riego.
Finalmente, debemos recalcar que el manejo del riego en postcosecha debe ser considerado como una práctica fundamental dentro del proceso productivo, puesto que es en este momento en que se da inicio a la temporada siguiente, en la que se determinará, en gran medida, la cantidad y calidad de la fruta.
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Robert Edition
6 minutes ago