Aquella revolución verde que se produjo en la década del 60, de la mano de Norman Borlaug, tuvo como disparador una idea: utilizar trigos de variedad enana, de manera que la mayor biomasa producto de la fertilización no se tradujera en crecimiento en altura, y consecuente quiebre, sino en mayor llenado de granos. Esto a su vez tuvo otra consecuencia, que fue una mayor expansión de los cereales en términos de superficie. A sesenta años de aquel proceso, surge cada vez con más fuerza una tendencia que propone lo opuesto: crecer en altura.

Hoy el contexto es otro. Queda cada vez menos superficie agrícola, las ciudades se han expandido hasta lo inimaginable y la demanda ya no es solo por mayor productividad sino también por menor impacto medioambiental. Bajo esas premisas es que la agricultura vertical propuso hacer mucho más eficiente uno de los recursos más limitantes: el de la superficie cultivada. Lo que en un principio fueron proyectos experimentales, curiosidades tecnológicas o meros recursos paisajísticos o arquitectónicos, hoy se proponen como verdaderas fuentes de alimentos a gran escala pero en mínima superficie. Uno de los mayores ejemplos de esto es la granja de 17,5 hectáreas en construcción en Abu Dabi, la más grande del mundo en su tipo, con capacidad para producir más de 10.000 toneladas de hortalizas al año. El atractivo es doble si se considera que, por el clima de Emiratos Árabes, durante ocho meses al año es imposible cultivar hortalizas de forma natural y que con este sistema se requiere 5% del agua que se usaría de forma tradicional. El megaproyecto Green Factory Emirates tendrá una inversión de USD $ 175 millones y es una colaboración entre la empresa holandesa de tecnología agrícola GrowGroup IFS y RainMakers Capital Investment.

Sin la limitación del clima, pero con la altísima demanda que impone una ciudad como Nueva York, Aerofarms ha puesto en funcionamiento diversas plantas de aeroponia en las que la productividad se multiplica 390 veces gracias al uso de algoritmos de crecimiento especializados que aprovechan las luces LED personalizadas y la nutrición vegetal de precisión, calibrados según las necesidades de cada planta, para producir verduras de hoja que se pueden cultivar en hasta un tercio del tiempo que lleva en el campo, dándoles a las plantas exactamente lo que necesitan cuando lo necesitan y sin uso de pesticidas. Está claro que estos sistemas no vienen a sustituir al campo tal como lo conocemos. Pero ratifican la idea de que, a veces, para mejorar solo hay que cambiar la perspectiva. En este caso, el crecimiento es hacia arriba. Y quién sabe, quizás el cielo sea el límite.

Fotografía: Aerofarms