
Investigadores desarrollarán un nuevo fertilizante para el manejo del tizón de la papa
Actualmente un 7% a 10% del área de plantación agrícola en Chile está destinada al cultivo de la papa, producción que está localizada principalmente en el sur del país. Uno de los problemas que amenaza este tipo de plantaciones es el tizón tardío, una enfermedad provocada por un hongo que afecta la planta, hoja y […]

Es una de las enfermedades más serias en el cultivo de la papa en el mundo y que origina pérdidas económicas avaluadas en US$2,75 mil millones anuales. Una manera de controlar este tipo de plagas es el uso de una gran diversidad de productos químicos, llamados fungicidas, mayor a la que se aplica en otros cultivos.
A partir de este problema en la agricultura, un grupo de investigadores de las universidades San Sebastián (USS) y de Concepción impulsan una investigación para desarrollar un biocontrolador probiótico para el manejo del tizón tardío de la papa, que sea amigable con el medioambiente.
La iniciativa es liderada por la académica de la Facultad de Medicina de la USS, Dra. Erica Castro, como directora principal del proyecto y el fitopatólogo de la U. de Concepción, Ernesto Moya como director alterno. El estudio se desarrollará en la región del Biobío por dos años, durante los 24 meses de investigación se espera desarrollar un prototipo de fertilizante, como spray u otra presentación para aplicarlo a la planta y evitar que sea amenazado por el hongo que produce el tizón.
Erica Castro explicó “hace bastante tiempo viene desarrollando una línea de sobre las bacterias lácticas, ampliamente distribuidas en la naturaleza, las cuales tienen propiedades de estabilidad y beneficios en las plantaciones, capaces de regular sitios altamente colonizados con microrganismos. A partir de esto y en base a que las plantas tienen un grupo de microorganismos que rodea su raíz y parte del suelo, se pueden buscar estos microrganismos para generar nuevas iniciativas tecnológicas -como lo que persigue este proyecto- e identificar aquellas cepas con mejores propiedades para tecnológicamente elaborar un producto amigable, que pueda ser aplicable en las plantaciones”.
La docente agregó que en la administración de fungicidas no hay un control de cómo se hace y sus efectos. “Existe la percepción de que lo estamos ocupando demasiado en este tubérculo. De hecho hay demostración científica que dice que cuando se analiza el tubérculo, muchos de esos genes de los fungicidas transmiten resistencia, y esta resistencia se transmite a la cadena atrófica, al medio ambiente y salud humana. Y en esto hay que recordar que estamos hoy en día con una alerta sanitaria mundial de resistencia a los antibióticos y otros agentes terapéuticos, por lo que la tendencia es generar una agricultura un poco más amigable con menos tóxicos, sin restricciones y el mundo va a eso”.
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