Mundoagro

Cargando...

Julio Rodiño Durán

Director Editorial

Edición 124

La ética del cuidado

La probabilidad de que alguno de los que lea esta editorial tenga más 100 años es demasiado baja, con lo cual podríamos afirmar que no contamos con la experiencia de haber vivido lo que fue la última gran pandemia mundial: la Gripe Española. Las cifras varían mucho según la fuente, sin embargo existe un consenso en que por lo menos fallecieron alrededor de 50 millones de personas y duró aproximadamente tres años.

De española esta gripe no tenía absolutamente nada, puesto que nació en la ciudad de Boston, durante el primer trimestre de 1918 a finales de la Primera Guerra Mundial. A pesar de que Logie Baird y Antonio Meucci llevaban décadas trabajando en lo que posteriormente serían las invenciones y desarrollos de la televisión y el teléfono respectivamente, todavía en 1918 ambos sistemas estaban lejos de ser masivos. Solo imaginarse que la primera transmisión pública de TV ocurriría recién diez años después del comienzo de esta pandemia y el teléfono comenzaría a masificarse en Europa y Estados Unidos recién en los años 30 y 40. La confiabilidad de las comunicaciones estaba entonces supeditada a los sistemas de telégrafo y la radio. Ambos medios llevaban varias décadas de expansión, con diversas líneas interoceánicas en el caso del telégrafo, y ni hablar de la radio, desde que en 1901 Marconi llevó a cabo la primera comunicación transatlántica.

El estado de las comunicaciones permitía en ese entonces, con el natural retraso en los medios escritos, que la gente estuviese informada en líneas generales sobre lo que ocurría en el campo de batalla con un desfase de dos a tres días, lo que para ese entonces debe haberse sentido como lo que hoy denominamos “tiempo real”. Como era de esperar, el eje de atención y la importancia estratégica político-económica la tenía la guerra, en contraste con la epidemia, o al menos eso se pensaba.

Sin embargo, la manipulación de la información era esencial, y en relación a la guerra era la mayor herramienta que tenían el alto mando y los políticos para manejar la moral, el temple y el valor de la tropa y, de la misma forma, abatir la del enemigo. Por lo tanto, manipular la información era la orden del día, comenzando con el número de bajas y el territorio conquistado. Como no había ninguna forma de verificarlo, la información estaba supeditada a la voluntad y acuerdo de los políticos y al alto mando militar. Es decir, no era información sino literalmente propaganda. Esto que hoy nos parece casi una anécdota fue lo que conspiró para que murieran 50 millones de personas y no la mitad o menos, de acuerdo a especialistas. Cualquiera de los dos bandos mentía descaradamente sobre sus bajas por la pandemia.

Situados en el 2020, con todos los avances tecnológicos en las comunicaciones y el “tiempo real” ya no como parte de una fantasía, vemos que todavía existe la tentación por manipular algunas cifras, aunque obviamente sin las mismas consecuencias que antes. Con los sistemas actuales, si existiera alguna distorsión será mínima, y mayormente será un reflejo de la capacidad de cada sistema de salud de atender a la crisis general y de la salud mental de los gobernantes de cada país. Las consecuencias están todavía por verse, pero el mensaje debe ser claro y tajante: tenemos la obligación de cuidar al otro a través de nuestro propio cuidado, y el mensaje social tendrá que ser a la vez contundente en el sentido de que se necesitará más solidaridad y comprensión que nunca para atender las necesidades de algunos que lo perderán todo y para tenderle la mano al que quedará en el camino. Les mandamos un saludo fraternal a todos nuestros lectores, a nuestros proveedores y clientes para que juntos nos apoyemos para enfrentar esta gran crisis sanitaria mundial.

directoreditorial @mundoagro.cl

03 Comentarios

Vestibulum euismod, leo eget varius gravida, eros enim interdum urna, non rutrum enim ante quis metus. Duis porta ornare nulla ut bibendum

Robert Edition

6 minutes ago

Únete a la conversación