
Los cultivos que se incorporan a Ñuble para enfrentar el cambio climático
INIA Quilamapu impulsa proyecto de fruticultura sostenible sostenible y resiliente al cambio climático de la mano del pistacho, macadamia y calafate. Por qué se los seleccionó.

Para ello, se hizo análisis de cultivos como macadamia, pistacho, calafate, papayo y castaño. En conversaciones con Mundoagro, Jorge Retamal, quién es, además, jefe de este proyecto, explicó que las especies que se escogieron para el programa son el pistacho, macadamia y calafate, como especies de diversificación de la matriz productiva, y castaño y papayo, como especies a potenciar y ya presentes en Ñuble. El motivo para trabajar con estas especies es principalmente su alta resistencia al cambio climático (altas temperaturas, exceso de radiación, falta de recursos hídricos).
El pistacho, macadamia y calafate resultan adecuados para el proyecto por sus cualidades intrinsecas. El pistacho, por ejemplo, es valorado tanto por su importancia económica como por sus propiedades nutricionales y beneficios para la salud, lo que impulsa una alta demanda a nivel mundial. Estos árboles necesitan veranos calurosos para el desarrollo de los frutos e inviernos fríos para entrar en latencia, condiciones que favorecen un buen desarrollo en la región de Ñuble.
Por otra parte, el calafate se caracteriza por su amplio rango de distribución en el territorio nacional, desde Curicó hasta Tierra del Fuego. Esta capacidad de adaptación le permite desarrollarse en diferentes tipos de suelos, altitudes, exposiciones, latitudes, precipitaciones, temperaturas y fotoperiodos (horas de luz).
En tanto, la macadamia se adapta a un amplio rango de suelos, desde arenosos hasta arcillosos, siempre que tengan buen drenaje. Sin embargo, su mejor desarrollo se da en suelos profundos y fértiles, sin capas impermeables, y con un pH entre 5,5 y 6,5. No tolera suelos ni agua de riego con altas concentraciones de sal. Se deben preferir zonas con pendientes inferiores al 25% para facilitar la recolección de las nueces, que caen al suelo al madurar.
Con respecto al funcionamiento de estos tres cultivos en nuestro país, el pistacho, por ejemplo, la temporada pasada sobrepasó la importación de más de 192.000 kilos, que en su totalidad fue destinada al mercado interno. Para su cultivo, el pistacho requiere entre 700 y 1.000 horas de frío (temperaturas entre 0 y 7 °C). Si bien resiste el frío invernal, es susceptible a las heladas primaverales tardías. Lluvias tardías en primavera, heladas y vientos fuertes durante la floración pueden interferir con la polinización. Las demandas hídricas del cultivo son cercanas a un tercio de la demanda promedio de los principales frutales producidos en Chile.
En tanto, las producciones calafate fluctuaron entre 4 y 5 toneladas por hectárea, considerando una densidad de plantación de 3.333 plantas por hectárea. Finalmente, según estimaciones de INIA, se estima un rendimiento cercano a 5.000 kg/ha. La comercialización del calafate se realiza principalmente como fruta fresca. Los volúmenes de producción a nivel nacional, en su mayoría provenientes de recolección silvestre, rondan los 7.000 kilos. Según lo señalado por la empresa Bayas del Sur, la demanda actual de calafate alcanza cerca de 100.000 kilos de fruta, lo que puede incrementarse con campañas de promoción y hacer más atractiva su producción.
Actualmente, la macadamia no tiene un mercado desarrollado en Chile. Sin embargo, los resultados preliminares sobre rendimiento y adaptabilidad climática de los clones que posee, la proyectan como una especie con un gran potencial en zonas de menor desarrollo frutícola. La macadamia se adapta a un amplio rango de suelos, desde arenosos hasta arcillosos, siempre que tengan buen drenaje. Sin embargo, su mejor desarrollo se da en suelos profundos y fértiles, sin capas impermeables, y con un pH entre 5,5 y 6,5. No tolera suelos ni agua de riego con altas concentraciones de sal. Se deben preferir zonas con pendientes inferiores al 25% para facilitar la recolección de las nueces, que caen al suelo al madurar.
Proyecto
El investigador INIA Quilamapu, Jorge Retamal, explicó que la iniciativa, financiada por el Gobierno Regional de Ñuble y liderada por INIA Quilamapu, beneficiará a mil fruticultores de las 21 comunas de la región, permitiendo a los agricultores acceder a nuevas alternativas productivas que se destacan por su resistencia a temperaturas extremas, eficiencia en el uso de agua y alta demanda en mercados nacionales e internacionales.
Este proyecto traerá una serie de beneficios para agricultores de la zona, como por ejemplo, capacitaciones para un mejor manejo sostenible, estaciones metereológicas, energías renovables y giras a nivel internacional para dar más alcance y conocimiento sobre esto. Además de estos existen beneficios como: implementación de parcelas demostrativas y comerciales en 21 comunas de la región, kit fotovoltáicos, entrega de 70 mil plantas frutales, implementación de riego por goteo y un post título en frutícola sustentable.
“Estamos seleccionando material sano para cultivo in vitro e inmersión temporal, clonando plantas adaptadas a condiciones climáticas extremas, como frío y escasez hídrica. La macadamia, en particular, es una especie rentable y resistente al frío que podría impulsar significativamente la economía regional”, señaló Retamal.
Desde la dirección regional de INIA Quilamapu también tuvieron palabras para este proyecto, en específico Javier Chilian, el cual sostuvo que, “estos huertos, establecidos hace 40 años en INIA Cauquenes, han demostrado su resistencia a la falta de manejo agronómico y riego, lo que los convierte en variedades ideales para los agricultores de Ñuble”, en alusión a los a los cultivos seleccionados.
Este proyecto se encuentra actualmente en fases de diagnóstico, donde, según Retamal “nuestro proyecto se encuentra en etapa inicial donde evaluamos a los agricultores y fruticultores que cumplen con las bases de nuestro proyecto. Es por ello que nos encontramos desplegados día a día con nuestros equipos de ingenieros y técnicos agrónomos, en las 21 comunas de la región de Ñuble para evaluar e inscribir a beneficiarios del proyecto”.
Por su parte, desde INIA señalan que el objetivo es posicionar a la región como una zona frutícola donde la sostenibilidad esté por sobre los efectos del cambio climático, además de fomentar prácticas que mejoren la calidad de vida de los agricultores y su competitividad dentro del mercado.
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