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Julio Rodiño Durán

Director Editorial

Edición

Mucho más que la suma de las partes

Unas de las críticas que frecuentemente se les hace a los agricultores es que son demasiado individualistas. Se dice que son gente poco inclinada hacia la asociatividad. Es como si el trauma y las consecuencias de la reforma agraria y el cooperativismo en las décadas del 60 y 70 los hubiese despojado de algo fundamental en estos días y que se relaciona con la capacidad, sobre todo para los agricultores pequeños y medianos, de asociarse con el fin de resolver problemas a través de las sinergias que se producen entre más cabezas pensantes, pero además aprovechar algo tan obvio como las economías de escala para solventar algunas inversiones que pueden abordarse sólo si existe un escalamiento que permita prorratearlas.

Sin justificar la visión negativa que se tiene del cooperativismo en Chile, son entendibles algunos de estos temores puesto que si uno hace una rápida revisión de la Ley General de Cooperativas se da cuenta de inmediato que la misma tiene múltiples referencias a algunas reglamentaciones de organismos que tuvieron a cargo el proceso de reforma agraria, que indudablemente se prestó en su época para la instrumentalización política y desencadenó abusos por ambas partes. Esto no sería grave si la reforma agraria hubiese sido reciente, pero han pasado cuarenta años ya, y sin embargo persiste en Chile la idea que el cooperativismo, que se ha impulsado en Europa y Estados Unidos con grandes beneficios para sus agricultores, es un modelo obsoleto cargado de estos ideologismos y vicios. Nada más equivocado.

Creo haber mencionado alguna vez en esta misma columna editorial, ejemplos muy destacables que han sabido apartarse de esta visión y encontrar en el modelo cooperativo o de asociación, valiosas herramientas que les permiten enfrentar su negocio con mucho éxito. Mencionamos el caso de Colún en Chile, y a nivel internacional Rabobank, nada menos que uno de los mayores bancos europeos.

Es cierto que este modelo requiere de ciertas cualidades humanas de las personas que no en todas las sociedades pueden desarrollarse ni promoverse con facilidad. Es un modelo basado principalmente en la confianza hacia los demás y en la conciencia de que uniendo recursos y voluntades podemos lograr cosas grandes en menor tiempo. Básicamente un modelo cimentado en la confianza mutua.

En esta edición presentamos con mucho entusiasmo la historia de un caso de asociatividad muy digno de destacar. Su nombre es MOVI y al realizar las entrevistas para la nota central pudimos empaparnos de su ánimo emprendedor. Pero lo que más nos llamó la atención fueron las claras y explicitas alusiones de todos los integrantes de este movimiento hacia el espíritu de cooperación entre sus pares en pos de un objetivo común. Se escuchan frases como “todos trabajamos con un fuerte sentido de asociatividad”, y otras como “…nos preocupamos de que todos quieran trabajar por los demás”. O bien: “Hay socios que presentan mis vinos mejor que yo. Eso es un tremendo valor y da confianza”. Los resultados de esta iniciativa conjunta han sido más que satisfactorios y Mundoagro quisiera destacarlos como un ejemplo digno de imitar.

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