
Qué nos indica la textura de un suelo y cómo determinarla
La calidad de suelo es un concepto ampliamente discutido a nivel mundial, en particular respecto a los indicadores que la definen. Por ejemplo, Karlen and Stott (1994) definieron que un suelo de alta calidad no debería mostrar signos de erosión hídrica o eólica. También debe: (i) permitir la infiltración de agua (evaluada en función de […]

Otros autores incluyen la textura del suelo, la capacidad de agua disponible (AWC), la resistencia al penetrómetro de campo (compactación), la estabilidad de los agregados en húmedo (WAS), la materia orgánica, las proteínas del suelo, la respiración, el carbono activo (también conocido como carbono oxidable con permanganato; POXC) y el contenido de macro y micronutrientes (Moebius-Clune et al., 2016).
Muchos de los indicadores de calidad de suelo, como la textura y estructura del suelo, constituyen propiedades consideradas inherentes o propias del suelo, mientras que otros como la estabilidad de agregados son función de otros indicadores, incluyendo físicos, químicos y biológicos.
TEXTURA DEL SUELO

La textura indica el contenido relativo (porcentaje en peso) de partículas de varios tamaños, más especificamente, arena, limo y arcilla en el suelo. La textura influye en la facilidad con la que se puede trabajar el suelo, la cantidad de agua y aire que retiene y la velocidad a la que el agua puede entrar y moverse a través del suelo.
La textura afecta directa e indirectamente la fertilidad del suelo, ya que determina la estructura, las propiedades hídricas del suelo, la capacidad de intercambio catiónico (CIC) y la densidad aparente del suelo, entre otras. Un suelo con mayor contenido de arcilla tiene, normalmente, una mayor CIC y por lo tanto mayor capacidad tampón (buffer), tiene más densidad aparente, además de una mayor capacidad de retención de humedad. Esto afecta directamente la aireación, la actividad de raíces y microorganismos del suelo.
Existen métodos cualitativos, semicuantitativos y cuantitativos para determinar la textura del suelo. Todos los métodos se hacen sobre lo que se denomina fracción fina del suelo, que corresponde a partículas < 2 mm de diámetro.

En el campo hay varias formas de estimar la clase textural de una muestra de suelo determinado, algunas en húmedo como el método denominado “Prueba de sacudimiento de una bola de suelo en húmedo” (Figura 1) o en seco (Figura 2).
A nivel de laboratorio, el suelo seco al aire y tamizado a 2 mm se separa en tres tamaños de partícula: arena, limo y arcilla. Es posible separar las arenas en más categorías. Actualmente en el mundo se utilizan dos sistemas de clasificación textural, el sistema del Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA), que se usa en Chile, y el sistema internacional, que difiere levemente en los tamaños de partícula, así como también en su proporción (Tabla 1).
FRACCIONAMIENTO DEL TAMAÑO DE PARTÍCULAS Y TEXTURA EN LABORATORIO
Para realizar el fraccionamiento, es posible hacerlo a través del uso de tamices de distinto tamaño y pesar las proporciones de muestra en cada tamaño de tamiz. En este caso, las fracciones más finas (limo y arcilla) se separan posteriormente a través del proceso de sedimentación. Mientras más detallado el fraccionamiento, más información se puede tener del cuartel o potrero en estudio. En la Figura 3 se muestra un histograma con la distribución de frecuencia del tamaño de partículas, observándose, en este ejemplo, que los tamaños más frecuentes son 0,025 y 0,075 mm (25 y 75 µm). Asimismo, puede observarse que el valor central de la población (50% acumulado o mediana), se encuentra entre 0,02 y 0,025 mm. Saber la distribución del tamaño de partículas permite conocer la uniformidad en la textura de un cuartel determinado.
Los métodos más usados para determinar la textura en laboratorio son el método de la pipeta de Robinson y el del hidrómetro de Bouyoucos. Ambos métodos se basan en la ley de Stokes, que establece una relación entre el tamaño de las partículas y la velocidad de sedimentación. Por lo tanto, las partículas se evalúan por sus velocidades de sedimentación en una suspensión en agua que se puede usar para cuantificar el tamaño de las partículas.

En el método de Bouyoucos, el tamaño de los sólidos en suspensión se estima a partir de la densidad de la solución medida con un hidrómetro (densímetro), a diferentes tiempos. Las lecturas son corregidas por la temperatura de la suspensión. A medida que sedimentan las partículas, la densidad de la solución disminuye.

La determinación de la fracción de arcilla se realiza luego de dos horas de sedimentación. En un estudio comparativo de ambos métodos realizado por Beretta y colaboradores (2014), se encontraron diferencias entre ellos, sugiriéndose que el método de Bouyoucos es adecuado para determinar la textura del suelo cuando se pretende utilizar esta propiedad para inferir otras propiedades relacionadas con el suelo, como sus propiedades hídricas.

Una vez obtenidas las proporciones (% en peso) de arena, limo y arcilla, es posible clasificar la textura del suelo en distintas clases texturales utilizando la Tabla 2 o un triángulo textural (Figura 4). La clasificación del suelo en distintas clases texturales es una forma de generalizar la información. Es posible mapear la textura del suelo a través de distintas herramientas de mapeo y obtener zonas de manejo homogéneo a partir de los mapas de arcilla, arena y limo (Figura 5).


COMENTARIOS FINALES
La textura es un indicador clave en la determinación de la calidad del suelo, pues afecta a la mayoría de las propiedades físicas, químicas y biológicas del suelo. Los contenidos de arcilla pueden influir positiva o negativamente en la calidad del suelo: más arcilla es mejor, pero hasta cierto punto, donde comienza a afectar las relaciones hídricas y de aireación del suelo. Por otra parte, el tipo de arcilla presente puede afectar fuertemente la calidad del suelo.
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