EL CAMBIO CLIMÁTICO YA ES UNA REALIDAD EN EL AGRO NACIONAL ¿QUÉ PUEDE PASAR AL 2030?

-Fernando Santibáñez: Para entonces se habrán acentuado más las tendencias que viene mostrando el clima en las últimas décadas, es decir, precipitaciones menos frecuentes pero más intensas, más sequía particularmente en zonas costeras, menos nieve en la cordillera y mayor frecuencia de crecidas tanto en invierno como en verano; estas últimas debido a tormentas de cordillera más frecuentes.

-Carlos Gana: Ahora mismo nos encontramos en un período relativamente fresco y seco que corresponde a la fase fría de la Oscilación Decadal del Pacífico, la que tiene una frecuencia de entre 50 y 60 años. Llevamos 18 años en esta fase y quedan aproximadamente 10 a 15 años más. Eso significa que hasta el año 2030 se mantendrá la dominancia de años secos sobre años húmedos en la mayor parte del Chile agrícola. En otras palabras, se mantendrán las menores precipitaciones en invierno. Sin embargo, los veranos seguirán siendo algo más lluviosos que el promedio en el altiplano y desde Temuco al sur.

-Fernando Santibáñez: El mayor problema de Chile en relación al cambio climático es el agua. Las tendencias negativas hacia la disminución de la lluvia continuarán al menos hasta mediados de este siglo. Las cuencas se desregularán un tanto, aumentando la escorrentía invernal y disminuyendo la estival. Para entonces necesitaremos más obras de regulación hidrológica como embalses, sistemas de infiltración de napas, microembalses y revegetación de las cuencas. Las heladas polares habrán aumentado un tanto su frecuencia tornándose más amenazantes, por lo que vamos a necesitar más que nunca plantar en zonas menos riesgosas. Hoy los agricultores cada vez más recurren a nuestros servicios para decidir qué plantar y dónde. No usar la inteligencia territorial en el futuro crecimiento de nuestra agricultura le costaría muy caro a Chile y a los agricultores.

-Carlos Gana: Hacia fines de la década del 2020 se darían las condiciones de máxima escasez de agua, pues vendríamos de treinta años de condiciones secas, y la dominancia de Niñas sobre Niños traerían mayor probabilidad de heladas, debido al dominio de las altas presiones durante el invierno. Sin embargo, en la década de 2030 se revertiría esta situación y viviremos un período similar al que tuvimos desde fines de la década de 1970 y hasta inicios de la década de 2000. Esto es, más años con abundantes precipitaciones, reposición de acuíferos, de glaciares y de neveros y cuencas con flujos hídricos más regulares.

Adicionalmente, el hecho de que la actividad solar esté entrando a un mínimo importante y prolongado, traerá menores temperaturas y las nevadas se harían más frecuentes bajo la cota que hemos tenido en promedio hasta 2020. La menor actividad solar, debido a su incidencia en los grandes patrones de circulación atmosférica, será un factor clave en el aumento de las lluvias.

¿QUÉ MEDIDAS SE DEBEN CONSIDERAR PARA ENFRENTAR ESTAS SITUACIONES?

-Fernando Santibáñez: La agricultura protegida, como techos y mallas; los sistemas de riego de muy alta eficiencia y los sistemas de alerta temprana de eventos climáticos son algunas de las medidas que destacan en este sentido. A ello se suma la agricultura climáticamente inteligente, es decir, plantar lo que se debe plantar en cada sitio; reestablecer equilibrios biológicos que mantengan las plagas controladas, un mayor nivel de cooperación internacional y contar con mejores sistemas de información para el agro.

-Carlos Gana: Dentro de las medidas que sería más razonable aplicar están la “sensorización” de los campos y la digitalización de los sistemas de producción, de modo de tomar decisiones informadas al detalle y con eficiencias de aprovechamiento del agua y de manejo de eventos climáticos cercanos al 100%. La construcción de embalses y canales a todo nivel (regional, comunal y predial) también es una de las mejores formas de pasar períodos largos de escasez hídrica. También es recomendable la diversificación en todo nivel, desde los rubros que se tiene en el campo, hasta la búsqueda de sociedades en otros países, pasando por la forestación y destinación de sectores del campo a protección de la biodiversidad. Por último, se debería generar un conocimiento aplicado, local y cooperativo, lo que incluye modelación climática local basada en los hechos del pasado y en las variables reales que afectan la zona en particular.