Un gran desafío para la variedad Santina - Mundoagro

Un gran desafío para la variedad Santina

Esta enfermedad bacteriana genera daños severos y la variedad Santina ha mostrado ser altamente vulnerable, particularmente en huertos en formación sobre suelos limitantes, condiciones que hoy son recurrentes.

El cáncer bacterial, causado por Pseudomonas syringae, ha sido desde hace mucho tiempo una amenaza para la producción de cerezos en Chile. Esta enfermedad compromete el desarrollo y la productividad de los huertos, afectando especialmente a ciertas variedades y/o a huertos más susceptibles.

Entre ellas, la variedad Santina ha mostrado una alta vulnerabilidad, particularmente en huertos en formación ubicados en sectores de menor vigor o con limitaciones como suelos de baja fertilidad, alta pedregosidad, problemas de drenaje y estrés biótico o abiótico. El equipo de Abud & Cía. ha observado en terreno el impacto significativo de esta bacteria, que genera daños severos y representa un gran desafío para los productores, especialmente considerando que la mayor concentración de plantaciones en formación de cerezos en la actualidad corresponde a Santina, en condiciones edafológicas muy diversas.

Pseudomonas syringae y la vulnerabilidad de santina

Si bien todas las variedades de cerezos pueden verse afectadas por Pseudomonas syringae, Santina ha demostrado una susceptibilidad particularmente alta. Investigaciones recientes indican que, tras la infección por P. syringae pv. syringae, esta variedad activa más rápidamente la expresión de genes relacionados con la defensa en comparación con otras, como Bing.

Sin embargo, esta respuesta no parece ser suficiente para frenar la progresión de la enfermedad, lo que sugiere que factores adicionales, como el estado fisiológico de la planta y las condiciones ambientales, juegan un papel crucial en la manifestación de los síntomas (Vanneste, 2017).

Durante las últimas dos temporadas se ha reportado -en una cantidad importante de huertos de Santina en formación- un ataque muy agresivo, asociado a Pseudomonas syringae. Esto se manifiesta en una “muerte súbita” o colapso de plantas que, a pesar de parecer estar en una condición adecuada, durante la brotación sufren la muerte de yemas, brotes y madera, lo que finalmente provoca la muerte de toda la parte aérea.

Si bien este fenómeno no es nuevo y ya se ha observado en huertos jóvenes en temporadas anteriores, resulta llamativo el porcentaje de plantas afectadas, que en los casos más extremos puede alcanzar a entre el 10 % y el 30 % de mortandad. Este nivel de daño representa una pérdida significativa en precocidad, sanidad y del potencial productivo del huerto una vez que este alcanza plena producción.

Factores críticos en la “muerte súbita” de cerezos

Tres factores críticos destacan como principales causantes de este problema: la presión del patógeno durante postcosecha, las heladas invernales y el estrés. Abordaremos las principales estrategias de manejo para reducir los síntomas y minimizar la incidencia de la “muerte súbita” en situaciones donde estos factores son preponderantes o se combinan.

Amenaza desconocida, pero real en postcosecha

Tradicionalmente, se ha considerado que el cáncer bacteriano está “inactivo” o controlado durante la postcosecha debido a las altas temperaturas estivales, ya que su umbral óptimo de desarrollo se encuentra por debajo de los 25°C (Schwartz, H.F. 1989; Agrios, G. N. 2005).

Este paradigma ha significado que no se hagan aplicaciones ni manejos de control de la enfermedad hasta el inicio de caída de hojas, que es cuando el patógeno se activaría o tendría la oportunidad de infectar en las heridas de inserción pedicelar.

Sin embargo, en los últimos años han aparecido cada vez más antecedentes y data que pone en discusión esta creencia, ya que se ha visto que las poblaciones de Pseudomonas no solo dependen de factores ambientales, sino de la carga bacterial con la que vienen desde primavera, estado sanitario y nivel de estrés que presente el hospedero. En un estudio realizado la temporada 2023-2024 por el Centro de Innovación Montefrutal (CIM), en conjunto con Agroadvance, en un huerto de cerezos de la variedad Santina sobre guindo ácido, en la zona de Pichingal, comuna de Molina, se hizo un seguimiento a las poblaciones de Pseudomonas durante la postcosecha. Se comparó un testigo absoluto, sin aplicaciones de bactericida desde diciembre en adelante, con un tratamiento que consistió en la aplicación de un bactericida biológico en base a Bacillus y virus bacteriófagos temprano en enero y luego en plena caída de hojas, a principios de mayo.

Los resultados más interesantes de este ensayo mostraron que, ya en la primera medición, las Unidades Formadoras de Colonias (UFC) están en niveles por sobre el umbral de desarrollo de síntomas, que según la información entregada por Agroadvance es de 1.000 UFC/g muestra. Esto puede deberse a las condiciones ambientales del invierno y primavera del 2023, que fueron muy favorables para el desarrollo de la bacteria y que llevaron a que el control -en ese período- no haya logrado alcanzar una baja presión de la enfermedad.

La pulverización de enero logró un control efectivo de las poblaciones, las que se mantuvieron por debajo del umbral de expresión de la enfermedad, mientras que, en el testigo absoluto, se constató un aumento exponencial de las UFC, lo que contradice la lógica de patógeno inactivo y poco presente en verano. Posteriormente, el crecimiento poblacional es aún mayor en caída de hojas, algo que sí es esperable y que reafirma lo sensible que es este período para el desarrollo de la enfermedad, ya que se conjugan condiciones favorables para la bacteria con la aparición de muchas heridas que son puerta de entrada. Sin embargo, a pesar de que la segunda aplicación de control logró bajar de forma significativa las UFC, no fue suficiente para quedar por debajo del umbral de expresión de síntomas, aunque sí quedó muy por debajo en comparación al testigo absoluto.

Estos datos refuerzan la idea de que durante la postcosecha existen condiciones favorables para el desarrollo de Pseudomonas syringae, las cuales pueden estar influenciadas por diversos factores. Lo que hace necesario un control temprano, luego de la cosecha y próximo a la caída de hojas, con el fin de llegar con poblaciones cercanas al umbral de expresión de enfermedad, para lograr un control más eficiente durante caída de hojas. Estudios preliminares muestran que el uso de bactericidas biológicos es una buena alternativa, dado que existen condiciones ambientales adecuadas para su proliferación, y se encuentran en un momento donde no se utilizan bactericidas químicos, como cobre o antibióticos, que puedan afectar su desempeño.

Heladas como puerta de entrada

Una de las características más preocupantes de Pseudomonas syringae es su capacidad para inducir la formación de núcleos de hielo a través de proteínas específicas en su superficie. Está comprobado que la formación de núcleos de hielo por Pseudomonas syringae puede agravar los efectos de las heladas en los cultivos,

generando lesiones en los tejidos a través de la formación de cristales de hielo que la bacteria es capaz de inducir a través de proteínas que actúan como agentes nucleantes a temperaturas cercanas a 0 °C. Estos cristales luego se convierten en puertas de entrada para la infección (Lindow, 1983). Este fenómeno es particularmente relevante en huertos de cerezo ubicados en zonas con variaciones térmicas marcadas o expuestos a eventos climáticos adversos.

Estas dos últimas temporadas han estado marcadas por eventos de heladas extremas, lo que se ha relacionado, en muchos casos, con problemas de muerte súbita en cuarteles o sectores importantes, siendo la asociación más común la de la variedad Santina, principalmente sobre portainjertos de vigor medio a bajo, de menos de 4 años y en suelos de baja fertilidad, alta pedregosidad y/o con problemas de infiltración.

Esta situación ha hecho que en muchos casos se replantee la estrategia de control de cáncer bacteriano durante el invierno, con un enfoque mucho más centrado en las heladas como evento gatillante de la enfermedad.

Para ello, es muy importante tener en cuenta que la forma más eficiente de control es mantener poblaciones controladas o bajas previo a la helada, para evitar la formación de núcleos de hielo, lo que puede lograrse con cobres de liberación lenta, como óxidos e hidróxidos de cobre. E, inmediatamente posterior al evento, con un aumento de las temperaturas por encima de los 10 °C, mediante bactericidas de liberación más rápida de Cu++, como sulfato de cobre pentahidratado, ya que es cuando la bacteria comienza a proliferar nuevamente y a ingresar por las heridas que dejaron él o los eventos consecutivos de heladas.

Como se detalló anteriormente, estas heridas provocan que las plantas débiles o jóvenes, que aún no tienen madera muy lignificada, sean más susceptibles.

El estrés como condición de base

La condición o grado de estrés de los árboles cierra el círculo patógeno presente – clima favorable- hospedero sensible, siendo esta última condición, en gran medida, dependiente del manejo del estrés del huerto a lo largo de toda la temporada. Los primeros síntomas o ataques más agresivos de la enfermedad -generalmente- se presentan en sectores específicos, con alguna condicionante que limita el desarrollo normal del cultivo. Entre las más comunes: los cambios de suelo dentro de un mismo sector de riego, que provocan que la planta sufra estrés hídrico, tanto por falta de agua, en suelo de baja retención, como los “reventones” de piedra; como por exceso de agua, en sectores más bajos del campo, con mala infiltración o falta de drenaje.

En ambas situaciones las plantas quedan más susceptibles a la infección y posterior desarrollo de la enfermedad, favoreciendo luego la dispersión del patógeno a otros sectores del predio. La mayor o menor susceptibilidad también puede estar dada por la combinación variedad/portainjerto, como es el caso de Santina sobre patrones de vigor medio a bajo, en donde más se observa un daño severo, en comparación con otras variedades o combinaciones bajo las mismas condiciones de presencia del patógeno y clima adverso.

Por lo tanto, para poder realizar un manejo que disminuya la susceptibilidad del huerto a un ataque severo o a la “muerte súbita” por cáncer bacteriano, es fundamental trabajar desde la prevención, es decir, antes de que las plantas presenten síntomas, brindando las condiciones adecuadas desde la preparación del suelo y la plantación para tener sectores homogéneos y “cómodos”. A continuación, se pondrá énfasis en los manejos y prácticas post plantación que han mostrado resultados positivos.

Alternativas de manejo del problema

Mapeo con imágenes multiespectrales: Esta tecnología ha demostrado ser muy útil para identificar -de forma temprana- los sectores que están sufriendo algún tipo de estrés por limitaciones de suelo o manejo. Esto permite focalizar recursos, tomar acciones de manera anticipada y hacer luego un seguimiento del resultado y respuesta por parte de los árboles, lo que hace muy eficiente el control del estrés, mantiene sectores homogéneos, de alta productividad y más resistentes a plagas y enfermedades.

Cobertor vegetal: Es una práctica cada vez más extendida, dado sus excelentes resultados en evitar pérdidas de humedad por evaporación en sectores de alta pedregosidad y/o arenosos, insertos dentro de un sector de riego con un suelo de mayor contenido de arcilla.

El uso de coberturas de paja de trigo (a razón de 1 fardo cada 8 m para densidades de 1.250 plantas/ha) ha permitido evitar estrés hídrico por falta de humedad en estos sectores, permitiendo a las plantas estar mejor preparadas para eventos extremos que favorezcan la infección y el desarrollo de cáncer bacteriano, como heladas fuertes invernales y lluvias torrenciales.

Labores de drenaje: Son fundamentales para mantener un huerto sano desde el inicio, con raíces que crezcan sin limitantes. Lo ideal es hacerlo previo a la plantación, pero, durante el desarrollo del cultivo, es muy importante hacer monitoreo de napas o acumulación de agua en sectores más bajos luego de lluvias o riego, para poder tomar medidas correctivas y dar salida al exceso de agua. Aporcar hileras o incluso afrancar árboles que ya están con problemas de debilidad, también son prácticas que ayudan.

Suelo vivo: Mantener raíces sanas, vigorosas y con una rizósfera activa y diversa, es clave para el adecuado estado fitosanitario y la capacidad de resiliencia del huerto. El uso de compost, micorrizas, bioactivadores de suelo y microorganismos benéficos ha demostrado ser un aporte en este sentido. Este es un ámbito donde recién se está empezando a conocer el potencial, beneficios y forma de manejar a nuestro favor la mantención del ecosistema del suelo en equilibrio.

El monitoreo de las condiciones ambientales es clave en la prevención. La implementación de sistemas de monitoreo climático permite anticipar condiciones favorables para la enfermedad, y el uso de técnicas de mitigación de heladas, como aspersores de agua o barreras térmicas, puede reducir el daño causado por la nucleación del hielo (Bashan et al., 2002).

Asimismo, el manejo nutricional juega un papel crucial en la resistencia de las plantas. Mantener un adecuado balance nutricional contribuye a fortalecer el sistema inmunológico de los árboles, mientras que la reducción del estrés hídrico, mediante un riego eficiente y adecuado a las necesidades del cultivo, favorece su capacidad de recuperación.

La combinación de estas estrategias es fundamental para minimizar el impacto de la bacteria y garantizar la sostenibilidad de los huertos de cerezos, principalmente en una variedad tan importante como Santina, que está en una situación de mayor vulnerabilidad frente a eventos extremos en el contexto del cambio climático.

El manejo efectivo del cáncer bacteriano y la “muerte súbita” en cerezos requiere intervenciones oportunas en el marco de un enfoque preventivo y coordinado. Estas prácticas permiten mitigar los impactos de la enfermedad y asegurar la competitividad de la producción de cerezas chilenas en los mercados internacionales, especialmente cuando se trata de variedades de primer orden, como Santina.

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