
Una nueva mirada
El país ha tomado una decisión en cuanto a la estrategia para reemplazar al satélite chileno Fasat Charlie, por lo que es importante entender su significado y el alcance de este proyecto en materia del desarrollo de la teledetección aplicada a los recursos naturales y la infraestructura nacional. A partir de la segunda mitad de […]

A partir de la segunda mitad de los años 70, se hicieron esfuerzos por utilizar la tecnología satelital para resolver las distintas necesidades del país. El problema era que muy pocos sabían cómo interpretarlas y/o acceder a ellas debido al alto costo del papel fotográfico, cuya ventaja era la visualización de los infrarrojos muy sensibles a la presencia de agua y clorofila. Su uso quedó circunscrito a las esferas de la investigación y a la exploración minera.

En los años 90 el costo de las imágenes disminuyó y los computadores se hicieron más accesibles y potentes. El hito más importante en la masificación del uso de imágenes satelitales fue la aparición de Google Earth. A partir de ese momento fue posible hablar de teledetección y su importante rol para el desarrollo del país.
El magnífico día en que la NASA liberó de costo las imágenes del satélite Landsat, que permite una observación en alta resolución temporal y espectral de la superficie terrestre, se pudo avanzar en la democratización en su acceso. El siguiente paso sería entonces un satélite propio.
Fue así como en diciembre de 2011, Chile cumplió su ambición de llegar al espacio, lanzando el Fasat Charlie, junto a numerosas promesas acerca de la utilidad de su sensor y el acceso a las imágenes por parte del mundo civil, las que lamentablemente no se cumplieron en su totalidad.
LOS SIGUIENTES PASOS
La discusión no está en la utilidad de las tecnologías en teledetección para optimizar la labor en agricultura y recursos naturales. La problemática se centra en cómo aumentar el acceso a más y mejores imágenes, que nos permitan realizar estudios y monitoreo del patrimonio natural a una fracción del tiempo y el costo que tomaba antes, abarcando más territorio y con mayor precisión, permitiendo mejorar la efectividad en la gestión territorial. Realizarlo no es fácil ni barato, pese a la excelente rentabilidad social de estas tecnologías; para dar el siguiente paso se requiere apoyo técnico, investigación, automatización e inversión en equipamiento de última generación.
La estrategia anunciada por el Presidente Sebastián Piñera y precisada luego por el ministro de Defensa apunta a una solución ecléctica entre las demandas del mundo civil y el de la defensa nacional. Consiste en adquirir un nuevo satélite que reemplace al Fasat Charlie y comprar las imágenes que generan otros satélites, cuando sus órbitas pasan sobre el territorio nacional. Pasar de un satélite a una constelación de ellos es un gran paso y conlleva nuevos desafíos en términos de administración eficiente y distribución de las imágenes, para que sean utilizadas por el mayor número de personas posible. Específicamente hablando, significa desarrollar la construcción de instalaciones de descarga y almacenamiento (ya anunciadas); el desarrollo de redes de transmisión interna (tendido de fibras ópticas); implementar centros de procesamiento de imágenes para generar productos satelitales sistemáticos que permitan realizar un seguimiento temporal de los recursos naturales, como índices de vegetación, agua, áreas quemadas, nieve, etc; portales web de distribución que garanticen el acceso (ya anunciado) y programas de capacitación transversal que incrementen el impacto en nuestra sociedad.

Resuelto lo primero, Chile podrá acceder a una capacidad histórica, que le permitirá hacer seguimiento al desarrollo agrícola enfrentado al cambio climático, monitorear de mejor forma el bosque nativo, medir la disponibilidad de agua de origen nival en las cuencas, evaluar los daños producidos por desastres naturales, mejorar los análisis de los impactos ambientales del desarrollo industrial, actualizar los catastros de infraestructura rural y medir el crecimiento de nuestras ciudades, entre otros. Todo lo anterior, para ordenar nuestro territorio y asegurar un crecimiento equilibrado, que nos permita finalmente mirar al futuro con esperanza y optimismo.
Por:
Pedro Muñoz Aguayo, Geógrafo, Msc. en Teledetección, Jefe Unidad De Capacitación, Ciren
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