Números azules
Los sistemas que combinan la producción agrícola y la energética, conocidos como agrovoltaicos, pueden jugar un rol clave en la resiliencia de ambos. Se analizó su impacto en huertos de arándanos.
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A diez años de su origen, Ingentec ha logrado incorporar en los campos de Chile variedades europeas con un potencial para aspirar a la máxima competitividad y adaptadas a las condiciones locales para garantizar la sustentabilidad.
Hace 10 años, tres socios se reunieron con la ilusión de buscar alternativas genéticas que permitieran aprovechar mejor las condiciones de cada zona. Ricardo Montesinos, Andrés Montesinos y Francisco Deck se aventuraron a recorrer juntos distintas empresas de desarrollo genético en Europa, con la mirada puesta en las diferentes zonas agroclimáticas que existen en la zona sur de Chile. Una década más tarde, cuentan con trigos de invierno tardíos, semiprecoces, precoces, alternativos y primaverales; triticale; cebadas forrajeras invernales y primaverales; centenos forrajeros y centenos híbridos; leguminosas forrajeras (arvejas y habas) y cultivos de cobertura (Ölrettich) que otorgan beneficios como supresión de enfermedades fungosas, reducción de nematodos, abono verde, conservación de nitrógeno, protección contra erosión del suelo y acumulación de humus.
Pero la inquietud venía desde antes. Ya en 2007, Ricardo, Andrés y Francisco tomaron asesorías en mecanización para mejorar el manejo de suelo, incorporar rastrojo y modernizar el sistema de producción. Después de unos años buscaron asesores que ayudaran a aprovechar los potenciales de rendimiento en los suelos. “Estos asesores nos dijeron que en Chile teníamos todo para apuntar a buenos rendimientos, pero no contábamos con la genética que lo permitiera. Fuimos a Europa a buscar casas de semillas que hicieran este trabajo genético. Fuimos a Alemania, a la empresa Saaten Union, que crea estas semillas de mejor rendimiento”.
En Chile, si bien el desarrollo de genéticas locales ha sido fructífero y relevante, el mercado nacional no permite hacerlo como un gran negocio. Chile siembra cerca de 200.000 hectáreas de trigo, y a nivel mundial, esto es una cantidad muy marginal, por lo que su desarrollo en este país es caro y poco rentable. “Desde Saaten Union, traemos semillas de Alemania, Francia y otros países. Luego, nosotros hacemos los estudios aquí y en base a las distintas condiciones edafoclimáticas, solicitamos variedades que se ajusten a esas condiciones. Hoy en día, comercializamos nuestras semillas principalmente desde la zona de las regiones de Los Lagos hasta Maule”, explica Ricardo Montesinos.
Este modelo funciona con semillas con royalty, de tal manera que se proteja el trabajo y resguardo del desarrollo de los genetistas que son los creadores de las nuevas especies y variedades. En la venta en Chile, esto se protege con contratos que resguarden su uso. “Así nos ganamos la confianza de nuestros obtentores en Europa y, a su vez, la confianza de los productores en este país, porque es un producto confiable y resguardado”, aclara Ricardo Montesinos.
Un camino de ensayo y error
Así fue que para 2013 los tres socios trajeron su primera variedad de trigo. “¡Y sorpresa! Rindió más que las otras variedades que usábamos con los mismos manejos. La idea es producir un kilo lo más barato posible. Al año siguiente ya empezamos a traer más variedades y a probarlas en distintos campos”, cuenta Ricardo.
Comenzaron entonces un trabajo exhaustivo de ensayo y error, en el que se probaban las variedades y se contrastaban año a año los resultados para tomar las mejores decisiones para cada productor. Así, por ejemplo, al considerar que en algunas zonas de La Araucanía y hacia las regiones de más al norte (Biobío, Ñuble y Maule) hay cada vez menos agua, aquellas variedades que habían traído en un inicio por considerar que podían rendir mejor en esa zona, ya no funcionaban tan bien por lo que debieron traer nuevas variedades de Francia, variedades de alto potencial de rendimiento, de buena adaptación a zonas de baja pluviometría, con una paleta amplia de tolerancia a enfermedades y otras propiedades que las diferencian.
Uno de los sitios muy visitados para ensayos de las variedades, es parte del campo de Pablo Seco Fourcade, agricultor de la comuna de Cunco, en la Región de La Araucanía. “Ellos nos pasan variedades que se probarán en nuestra zona y las estamos probando año a año. He visto directamente los resultados de las variedades que ellos estiman mejores para esta zona, por lo que confío en el trabajo y en el producto entregado. Lo que hacen, lo hacen muy bien”, afirma. Actualmente tiene 610 hectáreas de trigo Gedser y añade que hace 7 años que confía en las semillas de Ingentec.
Al ver que la demanda crecía de manera constante, desde Ingentec optaron por profesionalizar aún más su sistema de validación y estudios, con investigación estadística especializada, contratando servicios de evaluación y desde 2015 que ya trabajan en conjunto con un centro de investigación. “Queríamos ser un aporte para la agricultura siendo competitivos y generar más conocimiento. Aquí se prueban los distintos materiales genéticos que llegan a Chile y vemos las mejores variedades que se adapten mejor a cada sector. Así es como hoy podemos cubrir desde la región de Maule a Los Lagos”, explica Andrés Montesinos.
Pablo Avendaño es gerente general de Sociedad Industrial Kunstmann S . A . (Molino Collico) y a lo largo de los años ha sido testigos del desarrollo y crecimiento en volumen y calidad de las nuevas variedades de trigo introducidas, multiplicadas y comercializadas por Ingentec. “Hemos podido observar cómo sus variedades de trigo obtienen un alto rendimiento agrícola junto con buenos niveles de proteína y sedimentación. También hemos observado una buena resistencia a la nacencia. La calidad del gluten que hemos observado es buena. Este progreso constante nos ha permitido avanzar en nuestro trabajo molinero y obtener resultados satisfactorios con estas variedades de trigo”.
Proyección a futuro
“Nuestro aporte va más allá. Incorporar nuevos cultivos es generar una agricultura más sustentable. Estamos trabajando con cereales y leguminosas forrajeras y otra línea de productos como los cultivos de cobertura,”, señala Ricardo Montesinos, a lo que Andrés que aclara: “Más que traer semillas, es una innovación y aporte a la agricultura, para más sustentabilidad y competitividad en Chile, respecto a nuestros competidores. Para competir con un país como Argentina, un productor agrícola muy relevante, tenemos que ser muy eficientes”.
Hoy en día, Ingentec está creciendo cada vez más a nivel nacional en el mercado de semillas certificadas, cosa que antes no se pensaba. “No puedes usar un solo cultivo, porque se exacerban las enfermedades y las malezas, impactando negativamente en bajos rendimientos en la producción. Para eso se usa la rotación de cultivos. Hemos introducido leguminosas que permiten controlar malezas, que el trigo no controla, cortar ciclos de enfermedades de los cereales, que fijan nitrógeno al suelo, entre otros aportes. Nos preocupamos de mejorar el rendimiento de la rotación total”, explica Ricardo Montesinos. “Hoy en día se quiere producir alimentos de manera más sustentable y se quiere mejorar el suelo de manera más natural”, complementa Andrés.
Ingentec está creciendo entre un 15 y un 20% anual y ampliando sus variedades y especies, en la medida que los estudios lo avalan. Con miras a futuro, también son analíticos. “No podemos adivinar el futuro, pero sí podemos probar año a año qué es lo que mejor se adapta a los suelos de cada zona”, aclara Roberto Cornejo, jefe de producto. Desde Ingentec prueban sus variedades entre tres a cuatro años hasta que son usadas comercialmente en los campos, y recién entonces se traen nuevas variedades. De esta manera, el ciclo de recambios dura 5-6 años, aproximadamente, lo que les da un margen para ir adaptándose a las condiciones climáticas y de suelo.
En esta misma línea, observan de cerca el panorama mundial, con variedades que puedan adaptarse mejor a cada zona. “El cambio climático lo estamos sintiendo, es gradual y no es tan fácil detectarlo, pero todavía nuestros potenciales de rendimiento son altos. Algunos años se han visto afectadas las siembras de primavera, pero aún no es regular. Nosotros observamos esto. Se prueba material genético constantemente para ver cuáles variedades se adaptan mejor. Esa es la forma de ver cómo adaptarse y prepararse para estos procesos climáticos”, señala Ricardo Montesinos.
En esa proyección a futuro, también se atreven a ser más positivos respecto a su organización. “Me encantaría que en un futuro pudiéramos participar más. Hoy en día estamos creciendo en cereales. Estamos con una buena participación con habas y arvejas. Pero me encantaría en un futuro traer avenas. Además, hay otras cosas en las que se puede innovar como lo son los cultivos de cobertura”, concluye Andrés Montesinos.
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Robert Edition
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