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Pautas para la preparación de suelos destinadas a la siembra de trigo.
PROFESOR ASOCIADO PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE FACULTAD DE AGRONOMÍA Y SISTEMAS NATURALES
La preparación de suelo debe considerar dos objetivos fundamentales: obtener un adecuado mullimiento de la parte superior del suelo donde ocurrirán los procesos de germinación y emergencia, y lograr un perfil descompactado donde se desarrollará el sistema radicular, que usualmente son los primeros 60 cm del perfil de suelo.
Para el éxito de estos objetivos, es fundamental hacer un manejo integrado del suelo, el cual debe considerar la mantención e incorporación de rastrojo, una preparación del suelo con tres a cuatro labores, el uso alternado de arados subsoladores con arados de vertedera, y el uso de rastras adecuadas a cada condición y tipo de suelo. Todos estos elementos contribuirán en forma importante al aumento de materia orgánica, y muy particularmente a la disminución de los niveles de compactación, aspecto que limita significativamente el crecimiento de las raíces, y, en consecuencia, el rendimiento del cultivo de trigo.
En nuestro país, normalmente se abusa de la labranza. Se efectúan al menos cinco labores para preparar el suelo, lo que conlleva a un aumento de los costos de producción y a un incremento de los niveles de compactación, que es una consecuencia de las precipitaciones, la presencia de animales en el predio y el uso excesivo de maquinaria. Este último aspecto, en especial los equipos de labranza y tractores, constituye el principal factor que afecta la compactación de suelos, cuyo efecto está directamente relacionado con la humedad que tenga el suelo al momento de realizar las distintas labores.
Existen varias alternativas para lograr una buena preparación de suelo destinada a sembrar trigo, que depende de varios factores, como la época de preparación del suelo, las características físicas y topográficas del terreno, el cultivo anterior y el manejo de rastrojos, la maquinaria disponible, la condición de humedad en el suelo y las condiciones climáticas, entre otros.
En relación a la época de preparación de suelo, es recomendable evitar al máximo el ingreso de rastras y arados durante el otoño-invierno, dadas las altas precipitaciones concentradas en esta época, para escaparse de trabajar los suelos con exceso de humedad, que agravan los problemas de compactación, aumentan el número de labores por la menor disgregación del suelo, y por el hecho de que los avances de los trabajos en esa época son más lentos. En consecuencia, como recomendación general, se aconseja dejar la preparación de suelos lo más avanzada entre diciembre a abril, para poder efectuar la siembra de trigo entre mayo a septiembre, dependiendo del cultivar y la localidad.
Manejo de rastrojos
La preparación de suelo dependerá del volumen de rastrojos del cultivo anterior al trigo. Por ejemplo, en presencia de volúmenes de alto rastrojo (por ej. maíz), y por lo tanto difíciles de manejar en superficie, debería considerarse una labor de incorporación, evitando las quemas. Para maximizar la descomposición del rastrojo, se recomienda una buena humedad de suelo, ya que, de lo contrario, se afectará negativamente la calidad de las labores y se atrasará la descomposición de los rastrojos. Es fundamental picar el residuo del cultivo anterior, de modo de aumentar la superficie de contacto del rastrojo con el suelo para que la descomposición sea más rápida, y de este modo, se incremente el contenido de materia orgánica del suelo.
Para la incorporación de grandes volúmenes de rastrojos, es recomendable emplear un arado de vertederas grandes de tipo reversible, que permitirá mayor profundización e inversión del suelo. Es fundamental que la incorporación del rastrojo se efectúe con anticipación a la siembra del trigo, dado que los residuos no descompuestos dificultan el accionar de los equipos de labranza y de las sembradoras. En estas últimas, pueden obstruirse los conductos por los cuales caen las semillas y fertilizantes, afectándose negativamente la calidad de la siembra de trigo.
Volúmenes medios o bajos de rastrojo (por ej. maravilla) pueden ser manejados en superficie, lo que disminuye significativamente los niveles de erosión. Bajo esta condición, es recomendable dejar el suelo arado a fines de verano y en otoño antes del comienzo de las lluvias, empleando arados de cinceles o subsoladores, que permiten que el suelo quede protegido en invierno y que el rastrojo se descomponga antes de la siembra de trigo.
Si el periodo entre el cultivo anterior y la siembra de trigo es muy corto (dos a tres meses), se recomienda evaluar si el rastrojo se deja o no en la superficie, considerando la cantidad de residuo, el nivel de picado del rastrojo y la posibilidad de ocurrencia de lluvias en el periodo.
Sistemas de preparación
En Chile, se utilizan al menos cuatro sistemas de preparación de suelo para trigo, que se resumen a continuación:
1 Labranza tradicional con tracción animal: Es muy común en pequeños agricultores, en la que se emplea bueyes y caballos como tracción animal. Considera rotura y cruza del suelo con inversión, utilizando arado de vertedera, una a dos labores con una rastra de clavos para moler los terrones y una labor de emparejamiento del suelo mediante una rastra de palo lisa o tablón. Este tipo de labranza es muy usada en el Secano Costero e Interior y se efectúa sin considerar la pendiente del terreno, lo que ha provocado graves problemas de erosión, que se acentúan por la costumbre de arar el suelo en el sentido de la pendiente, práctica no recomendable ya que produce más pérdida de suelo y disminución del carbono orgánico en el perfil del suelo.
Otra práctica muy utilizada en este tipo de labranza es el barbecho, que busca controlar malezas, acumular nitrógeno en los primeros 20cm del perfil del suelo y conservar humedad. Al usar este tipo de labranza, frecuentemente la semilla se siembra al voleo y se incorpora con una rastra, de modo que la profundidad de siembra es muy desuniforme e irregular. Esto se traduce en una mala emergencia del cultivo y en desuniformidad durante todo el ciclo de desarrollod el trigo.
2 Labranza tradicional mecanizada: Muy utilizada por medianos y grandes productores, que además de emplear arado de vertedera, contemplan el uso de arado y rastra de discos (los implementos más comunes en el país) y los vibro cultivadores, que rompen y mullen el suelo, para obtener una cama de siembra adecuada para depositar la semilla de trigo. Cuando se emplea este tipo de labranza, se debe evitar que los terrones mayores a 5 cm de diámetro sean muy abundantes, dado que su presencia modifica la profundidad de siembra y dificulta físicamente la emergencia del trigo, lo que se refleja en una disminución de la emergencia y en un cultivo desuniforme.
Otro implemento utilizado en este tipo de labranza son los arados subsoladores, que penetran el suelo sin invertirlo, manteniendo su estructura sin alteraciones. El arado de subsolador debiera ser siempre considerado en el manejo de los suelos por su alta y efectiva capacidad de descompactar los suelos. Su frecuencia de uso dependerá de los cultivos que se consideren en la rotación, dado que los cultivos que dejan poco rastrojo permiten utilizar el arado subsolador todos los años. En cambio, con cultivos que dejan un alto volumen de residuo (por ej. trigo y maíz) la frecuencia de uso del subsolador puede disminuir, ya que éste no se desempeña bien frente a cantidades altas de rastrojo por los atollamientos que limitan o impiden su acción. Sin embargo, se debiera contemplar el uso del subsolador a lo menos cada dos a tres años, con el objetivo de romper el pie de arado y descompactar al máximo el perfil del suelo en profundidad.
En un estudio efectuado en el estado de Mississippi, Estados Unidos, se comparó sistemas de producción en labranza mínima y convencional, en que los tratamientos que fueron sometidos a mínima labranza fueron anualmente subsolados, y luego de cinco años, los cultivos de soya y algodón arrojaron rendimientos 18 a 25% más altos, respectivamente, en condiciones de mínima labranza (con subsolado) en relación a los tratamientos bajo labranza convencional.
Otro estudio de cinco años efectuado en Carolina del Sur, Estados Unidos, evaluó el efecto del subsolador en los rendimientos de la rotación trigo-soya, y concluyó que los rendimientos de trigo fueron hasta 45% superiores en los tratamientos con subsolador versus los no subsolados.
La mayoría de los productores que preparan la cama de semilla en forma mecanizada, efectúan las siembras con máquina (por ej. cerealera de chorro continuo), lo que permite una distribución más uniforme y pareja de la semilla en el surco de siembra, que se refleja en un cultivo de trigo más parejo a lo largo del ciclo del cultivo.
3 Sistema de labranza vertical: El implemento más empleado de este tipo de labranza es el arado de cincel, que rompe las capas arables del suelo sin invertirlas ni mezclarlas, con lo que mejora la infiltración y el drenaje. El uso de arado de cincel se recomienda en suelos que tengan hasta 20% de pendiente y se integra muy bien con un implemento de acondicionamiento rápido, como el vibro cultivador que dispone de cinceles y rodillos, y que tampoco invierte el suelo. El arado de cincel es recomendable en suelos de secano con limitaciones hídricas (por ej. Secano Interior) que se trabajan en verano casi sin humedad o en suelos que quedan con poco rastrojo, de modo de dejarlo sobre la superficie para disminuir la erosión en otoño-invierno. Sin embargo, los arados de cincel han ido perdiendo importancia en los últimos años en relación a los arados subsoladores y de vertedera.
4 Sistema de cero labranza: Este sistema no contempla labranza de suelos, empleándose máquinas sembradoras especializadas que pueden sembrar en suelos con rastrojo y endurecidos en superficie. El único movimiento de tierra es el que se efectúa a través del sistema abridor de surcos, que se encarga de abrir y preparar los surcos en que luego será depositada la semilla de trigo, cultivo de importancia creciente producido bajo cero labranza.
Cuando se quiere adoptar el sistema de cero labranza en un suelo que anteriormente se manejó con los sistemas de labranza tradicionales, es necesario mejorar el micro relieve (costras y ondulaciones), ya que la desuniformidad de la superficie limita la pareja distribución de la semilla y su posterior emergencia. Además, se debe eliminar la compactación, ya que suelos compactados producen un desarrollo radical superficial, y ello implica que el cultivo sea más sensible a la sequía, pudiendo afectar negativamente los rendimientos de trigo.
La siembra con cero labranza puede realizarse tanto en suelos planos como en aquellos con pendiente. De hecho, su uso ha aumentado considerablemente en suelos que tienen más de 20% de pendiente dado que esta práctica reduce sustancialmente la erosión. Por este motivo, en secano de precordillera su uso se ha expandido, dejando de lado el tradicional barbecho de verano. Otras ventajas de la cero labranza mencionadas en la literatura son la mayor retención de humedad en el suelo, mayor disponibilidad de fósforo, mejora de la actividad microbiana y el aumento del contenido de materia orgánica del suelo, y la disminución de los costos por menor uso de combustible en relación a la labranza convencional.
Debido a que la mayoría de los cultivos en el Valle Central se efectúan bajo mínima labranza o labranza convencional, en esta área predominan las siembras convencionales de trigo por sobre las de cero labranza. Además, por tratarse de suelos de riego donde un alto porcentaje de productores no posee sistemas mecanizados para distribuir el agua, se necesita trazar canales de distribución, lo que restringe el uso de la cero labranza.
Otras desventajas de la cero labranza respecto a los sistemas convencionales son el atraso de la germinación del trigo, el aumento de riesgo de enfermedades que sobreviven en los rastrojos en la superficie del suelo (septoriosis y mancha ocular), efectos alelopáticos del rastrojo (compuestos liberados por los rastrojos que podrían afectar la germinación y emergencia de las plántulas de trigo), maquinaria de alta costo, bloqueo o inmovilización inicial del nitrógeno, y al aumento de algunas plagas (babosas). Además, la mayoría de la superficie de trigo sembrado bajo cero labranza en nuestro país no cumple con el principio fundamental de dejar el rastrojo cubriendo la superficie del suelo. Por el contrario, el rastrojo habitualmente se quema, debido a la dificultad para sembrar a través de la paja existente en el suelo y dada la excesiva presencia de babosas que se produce por la humedad acumulada bajo el rastrojo.
Independiente de esto, y considerando que en otros países la cero labranza se efectúa manteniendo el rastrojo en superficie, resulta esencial que en Chile se destine más recursos públicos y privados para investigaciones relacionadas al tema. Como consecuencia de esto, se podrán evaluar alternativas que permitan producir con el rastrojo dentro del sistema, sin quemas, validando de este modo el sistema de cero labranza.
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Robert Edition
6 minutes ago