El suelo es el sustrato, el soporte en que se funda toda nuestra producción agrícola y pecuaria. Es ni más ni menos donde se produce la vida y donde también termina. Es de donde proviene el 100% de lo que el ser humano dispone y conoce. Es sin lugar a dudas el origen de todas las industrias que el hombre conoce. Pero más que todo es la infraestructura vital, en su más amplio significado, de toda nuestra industria agropecuaria.

A pesar de esto, de a poco se comienzan a verificar en terreno algunos inconvenientes y daños que se pueden producir en el largo plazo a partir del uso indiscriminado de algunos agroquímicos y malas prácticas de manejo. Sobre todo hablamos de los productos químicos aplicados al suelo, ya sean estos fungicidas, bactericidas, insecticidas o herbicidas. Existen estudios que han logrado determinar daños al equilibrio microbiológico natural de los suelos cuando estos químicos se utilizan mal o se hace un uso indiscriminado de ellos sin tomar en consideración un manejo sustentable integral del suelo que promueva este equilibrio.

Si bien la naturaleza siempre se resiste y los procesos de degradación son muy lentos, estos podrían producirse en pocos años comparado a los procesos que han dado origen a estos suelos, y que han tardado miles y millones de años. Efectivamente la degradación de los suelos en su concepto más amplio, se ha producido por el abuso en la intervención del hombre debido a prácticas de manejo productivo poco sostenibles en el tiempo.

Conscientes de esta problemática, las más grandes empresas agroquímicas del mundo han creado a esta altura departamentos y laboratorios de investigación y desarrollo de productos basados mayormente en formulaciones biológicas (muchas en base a microrganismos). Algunos todavía en fase experimental, otros muy avanzados y los menos se encuentran ya en la fase de comercialización de esta nueva casta de productos que promueven y prometen, volver a un equilibrio natural de los suelos.

En Chile, se creó recientemente una agrupación de tipo gremial que reúne a varias empresas que comercializan y fabrican esta nueva generación de productos. Se denomina Red Chilena de Bioinsumos. Son por ahora un grupo de investigadores, empresarios, académicos y profesionales de diversas áreas; incluso cuentan en su directorio a representantes de instituciones del Estado, interesados todos en promover estas nuevas biotecnologías que, a nivel de comercialización de productos, quieren denominarlos genéricamente como “bioinsumos”. Creemos que es muy importante apoyarlos y sobre todo ayudar a encontrar una solución sostenible y sustentable para los problemas de degradación de suelos que se están produciendo en Chile y en el mundo.