Presidente de ASOEX: “Esperamos que la realidad del mundo agrícola sea considerada en este nuevo proceso constitucional”
En pleno proceso constituyente, el proesidente de la Asociación de Exportadores de Fruta de Chile ASOEX analiza el panorama.
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El cracking o partidura por lluvia en cerezas es uno de los grandes problemas que pueden afectar fuertemente la producción y rentabilidad de un huerto. A lo largo de los años, se han buscado diferentes soluciones para enfrentar esta problemática. Lo más común ha sido la implementación de distintos tipos de cobertores, polietileno de diversas […]
El cracking o partidura por lluvia en cerezas es uno de los grandes problemas que pueden afectar fuertemente la producción y rentabilidad de un huerto. A lo largo de los años, se han buscado diferentes soluciones para enfrentar esta problemática. Lo más común ha sido la implementación de distintos tipos de cobertores, polietileno de diversas densidades, rafia u otros que ayudan a evitar el contacto directo de las precipitaciones con el fruto, lo que disminuye ampliamente el riesgo de pérdidas de forma bastante exitosa aunque no se eliminan las bases fisiopatológicas del problema y además trae consigo otras consecuencias a la producción.
Existen dos grandes hipótesis detrás de la partidura por efecto de lluvia: la hipótesis de la turgencia crítica y la hipótesis de la cremallera.
Esta hipótesis nace a comienzos de los años 70 y se basa en que el exceso de agua en la cereza aumenta la turgencia de la pulpa, deformando y luego rompiendo la epidermis del fruto. Esta idea se adaptó desde un modelo supuesto en uvas y asume que la fruta está compuesta por pulpa en estado semifluido, que a su vez es mantenida bajo presión por una epidermis en constante tensión.
Varias observaciones empíricas y experimentales apoyan esta hipótesis, como que la cereza posee dos tejidos que responden al modelo, pulpa y una piel gruesa. A su vez no existe evidencia de que el carozo tenga alguna responsabilidad en el desorden; ciertamente la piel de la cereza está bajo tensión y es sabido que cambios en el riego pueden incrementar las partiduras. Mientras que las observaciones anteriores son consistentes con el modelo de turgencia crítica, es importante no perder de vista que una publicación reciente reportó baja presión de turgencia en cerezas maduras y, en particular, falta de respuesta de la turgencia a la absorción y transpiración de agua, todas evidencias que podrían hacer cuestionable el modelo postulado.
Por otro lado, estudios realizados en los últimos diez años, si bien toman la hipótesis de turgencia como un piso para explicar por qué las cerezas se parten, concluyen un nuevo modelo hipotético que describe el cracking como un evento localizado. El mecanismo se presenta como la hipótesis de la cremallera o cierre tipo zipper y fue acuñado en Alemania por el grupo de investigación del Dr. Moritz Knoche (Instituto de Sistemas de Producción Hortícola, de la Universidad Hannover). De forma muy resumida, y tal como se explica en su publicación, el modelo señala una secuencia temporal:
1. La partidura por lluvia se inicia por la absorción localizada de agua, que ocurre a través de micro-grietas existentes en la cutícula. Las microfisuras enfocan o dirigen la absorción de agua en una región particular de la epidermis, tal como si siguieran las marcas de un mapa.
2. Las células de la epidermis absorben el agua y luego, en profundidad, son afectadas las células de la pulpa que tienen un potencial osmótico más negativo. Las células de la pulpa son estructuralmente más débiles que aquellas que forman la epidermis, por lo que comienzan a agrietarse.
3. El estallido de células de la pulpa provoca que sus contenidos más simples se filtren en el apoplasto (espacio extracelular periférico al plasma de las células vegetales por el que fluyen agua y otras sustancias), siendo ácido málico el principal osmolito, el cual alteraría las membranas plasmáticas, debilitando las paredes celulares de las células adyacentes, lo que provocaría que el estallido se extienda, como un efecto dominó o en cadena.
4. La continua liberación y entrega de osmolitos desde el simplasto (compartimento intracelular) hacia el apoplasto genera que las células de la piel cercanas se plasmolicen (el contenido de la vacuola sale de la célula y ésta pierde su turgencia). En consecuencia, la resistencia a la deformación disminuye y la absorción de agua continúa. La propagación tangencial de estos procesos hace que la piel se abra, tal como ocurre en una cremallera, de ahí el nombre de la hipótesis, por lo que una micro-grieta cuticular inicial pronto evoluciona a una macro-grieta de la piel de la misma manera que se rasga una pantimedia: primero aparece una pequeña ruptura que luego termina en un tejido abierto como una “escalera”.
El modelo de cremallera es consistente con la mayor frecuencia de agrietamiento en la cavidad pedicelar y la región de la cicatriz estilar (partidura “medialunas”) en comparación con la región de la mejilla o la sutura. Las microfisuras resultan de un desajuste entre la expansión del área superficial y la deposición cuticular. Similar situación observamos en uva de mesa cuando se abusa de reguladores de crecimiento. Estas zonas son sometidas a períodos prolongados de humedad superficial luego de una lluvia, agua depositada en la cavidad y “colgando” en la zona estilar.
El mismo grupo de investigadores acaba de publicar un muy interesante estudio, en el que pusieron su hipótesis a prueba. De forma muy resumida, en tres temporadas, sometieron a precipitación controlada fruta unida a la planta, frutos cosechados y puestos en mini-jaulas en distintas posiciones del árbol y además fruta en inmersión en agua desionizada. De esta forma, el diseño experimental permitió observar el comportamiento de fruta con flujo de agua desde la planta (fruta unida al árbol) y sin éste (fruta en inmersión y jaulas). Los distintos tratamientos presentaron diferentes resultados en términos de aparición de cracking en el tiempo y también en relación con la cantidad de agua absorbida para provocarlo.
Los frutos unidos al árbol se partieron lento y en baja frecuencia, además de requerir más agua para agrietarse, en relación con la fruta en inmersión. Por otra parte, las partiduras se encontraron más comúnmente en la región de la cavidad del pedicelo y fueron notablemente menos comunes en la región de la cicatriz estilar.
Al simular lluvia sobre fruta desprendida colgando en los árboles (en jaulas), la partidura fue aún más lenta y requirió aún más agua para generarse. La fruta en inmersión absorbió más agua que la fruta unida al árbol bajo un régimen de precipitación controlada y esta última absorbió más que la fruta en jaulas, sometidas al mismo régimen de precipitación, probablemente por el aporte del flujo floemático.
Analizando este comportamiento, se discute que la gran superficie humedecida en la fruta en inmersión es el componente que determina la alta sensibilidad a las partiduras. En el experimento de lluvia simulada, independiente si estaba unida al árbol o en jaula, solo el 18% de la superficie estuvo en humedad constante y dicha humedad se concentró en la cavidad pedicelar y zona estilar. Por esto el resultado de menor frecuencia de la problemática. Seguidamente sería el flujo floemático que aporta al desarrollo de la partidura, pero con un muy menor impacto sobre el resultado final.
En conclusión, todo lo descrito se explicaría a través de la hipótesis de la cremallera, donde la humedad localizada sería la responsable de las partiduras en campo y el flujo de agua a través del floema desde la planta aportaría, pero de forma muy secundaria.
El uso de cobertores es el método de control de partiduras más efectivo. Sin embargo, tiene algunos aspectos negativos como el alto costo de inversión, efectos detrimentales en la calidad de la fruta, como menos dureza (durofel) y sólidos solubles a cosecha, entre otros, con los cuales se debe convivir y manejar apropiadamente para lograr un cultivo sustentable.
De acuerdo con la hipótesis de la cremallera, una solución sería remover agua desde la superficie del fruto inmediata mente después de la lluvia, considerando lluvias no muy prolongadas en tiempo. Dos opciones para este manejo están disponibles. La primera es utilizar los turbo-nebulizadores sin carga para generar chorros de viento y/o helicópteros usando el rotor a contracorriente.
Probablemente, la facilidad de poseer acceso a maquinaria agrícola en un huerto es exageradamente mayor que poseer un helicóptero, por esto la primera alternativa es la más cercana a nuestra realidad; sin embargo, en términos de eficacia un tractor debe mover la máquina a no más de 0,9 m s-1 para que sea efectivo y seguro el tratamiento, mientras que los helicópteros tripulados pue den volar a velocidades de 2.3–4.5 m s-1, lo que aumenta significativamente la superficie a controlar en una carrera contra el tiempo, antes que comience el pro – ceso de apertura de nuestras “cremalleras” celulares. Hoy existe la posibilidad de utilizar helicópteros no tripulados, pero aún están en desarrollo para mejorar rendimiento.
En el ensayo mencionado anteriormente, la inmersión de las frutas se realizó en agua desionizada, con el propósito de generar un gradiente osmótico importante entre las células de las cerezas y el medio circundante. La lluvia simulada también utilizó este tipo de agua, con el mismo fin. El agua de lluvia es en gran parte pura, y se ha postulado que la aplicación de calcio (Ej. CaCl2) previo al evento puede ayudar a prevenir partiduras en virtud de generar agua con un potencial osmótico menor al tocar el fruto. Si bien este tipo de aplicaciones funciona, el fácil lavado de éstas en el fruto por la lluvia hace pensar, que el calcio posee una interacción más allá del potencial osmótico y que también podría actuar a nivel de pared. Además, se ha informado que los tratamientos influyen en las propiedades cuticulares.
Otro tipo de productos están disponibles para prevenir partiduras, como ceras y varios polímeros hidrofóbicos, por ejemplo. Es probable que este tipo de productos funcionen, pero para que sean eficaces es necesario realizar aplicaciones sucesivas y bien controladas. Lo importante es que los productos sean aplicados sobre el fruto en forma homogénea por lo que se deben realizar pruebas en las zonas objetivo, cavidad pedicelar y zona estilar, que es donde debe bajar el riesgo, ya que sabemos que la exposición prolongada a agua en estos sectores termina en una partidura.
En conclusión, aún se está aprendiendo del mecanismo de por qué las cerezas se parten, y todo apuntaría a que el agua que queda por largo tiempo en el fruto inicia un proceso en cadena que se inicia a través de penetración en microfisuras naturales y que terminan generando macrofisuras profundas que atraviesan la pulpa, terminando en cracking o partidura en cerezas, que finalmente serán susceptibles a pudriciones o descartadas en el embalaje sin posibilidad de venta.
Un modelo de control integrado, con varios manejos desde barreras físicas para cubrir la canopia de precipitaciones, eliminar el agua desde la fruta “soplando” hasta aplicaciones dirigidas a mejorar la resistencia del fruto deben ser consideradas como estrategias conjuntas para disminuir el riesgo en zonas o temporadas problemáticas.
En términos locales, en Chile se ha utilizado una amplia batería de ideas para minimizar el problema. Con opiniones encontradas y con experiencias diversas, los métodos de control actualmente utilizados no son reemplazables al uso de cubiertas protectoras. De las técnicas más utilizadas por los productores para prevenir partiduras a nivel local, todas ellas complementarias, se pueden mencionar:
1. Utilización de películas hidrofóbicas (biofilms): Con productos formulados especialmente para este trabajo, se ha visto en investigaciones chilenas un buen desempeño ante lluvias no muy intensas ni de gran duración. Implementados como un programa de aplicaciones desde inicio de pinta se ha logrado verificar que se pueden proteger hasta un 50% del total de partiduras comparadas con un tratamiento testigo. Sin embargo, tras un evento de lluvias muy extensas, en donde queda en segundo plano la cantidad de precipitación caída, los resultados son más inciertos y menos consistentes.
2. Utilización de Cloruro de Ca (CaCl2): Antes y durante la lluvia esta estrategia permite que el agua se mantenga la mayor cantidad de tiempo fuera de los frutos por efecto de un equilibrio osmótico. Aplicaciones constantes y sucesivas antes y durante la lluvia en concentraciones de uso de 0-5%-1% han resultado favorables cuando se ha podido mantener una operación adecuada. La operación es complicada por ser de alta demanda de uso de maquinaria ya que se debiera aplicar con intervalos de máximo dos horas por el mismo lugar mientras precipita para soslayar el efecto lavado de las precipitaciones.
3. Secado: Idealmente con helicópteros y blowers (sopladores), de forma eficiente y justo terminada la lluvia.
El uso de helicópteros es de alto costo, pero ha mostrado efectividad en la remoción de agua de los árboles previniendo partiduras, especialmente aquellas que se alojan en la zona pedicelar conocidas como “medialuna”.
En otros países la utilización de blowers ha demostrado que son más eficientes que el uso de nebulizadores, ya que como su nombre lo dice, generan aire nebulizado de poca fuerza, pero de alto alcance. Modelos utilizados en Chile han demostrado resultados similares, incluso complementarios a helicópteros.
Por: Héctor García, Co-Fundador y Gerente Gral. Laboratorios Diagnofruit Ltda, [email protected] y Carlos Tapia, Director Técnico Avium Spa y Co-Fundador De Smartcherry
Foto de apertura: Clive Kaiser, © OregonState University
Andreas Winkler, Stefanie Peschel, Kathleen Kohrs and Moritz Knoche. 2016 Rain Cracking in Sweet Cherries is not Due to Excess Water Uptake but to Localized Skin Phenomena. Journal of Amercian Society of Horticultural Science. 114; 6, Pp. 653-660.
Andreas Winkler, Isabell Blumenberg, Lucas Schürmann and Moritz Knoche. 2020. Rain cracking in sweet cherries is caused by surface wetness, not by water uptake. Scientia Horticulturae. Vol. 27.
Jianfeng Zhou, Lav R. Khot, Troy Peters, Matthew D. Whiting, Qin Zhang, David Granatstein. 2016. Efficacy of unmanned helicopter in rainwater removal from cherry canopies. Computers and Electronics in Agriculture. Vol. 124. June 2016, pp.161-167
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Robert Edition
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