La afición por el caballo hace que uno disfrute de este noble animal. Para mí es una de las mejores maneras de manejar el stress, romper la rutina de la vida de ciudad.

Al subirse a su caballo, uno se siente transportado, desconectado, comunica sólo con él, y formando un binomio jinete-caballo que te transporta a disfrutar de paseos en parajes hermosos, cabalgatas a solas o con decenas de amigos que compartimos la misma afición y que pueden llegar a durar horas en nuestra costa de arenales, valles y playas.

Ahí este maravilloso animal expresa su paso llano suave, resistencia y regresamos sin mayor cansancio a almuerzos de camaradería.

Nuestros caballos provienen del mismo origen, el caballo que trajeron los españoles a América. Se fueron adaptando a las diferentes faenas y suelos que cada uno requería, resultando en el Caballo Peruano de Paso y el Caballo Chileno. Al margen de lo que uno disfrute de su caballo, es importante resaltar la manera cómo la afición por el Caballo de Paso Peruano y el Caballo Chileno ha promovido puentes de confraternidad y amistad.

Algún amigo dijo, y creo está en lo cierto, que ha facilitado un importante medio de conocimiento recíproco y de integración. Un ejemplo es el encuentro de tradiciones, con la participación cada año en la Semana de la Chilenidad, de una delegación de la Asociación Nacional de Criadores y Propietarios de Caballos Peruanos de Paso.

Fernando Scheelje, de nacionalidad peruana, es director ejecutivo y fundador de la empresa CHEMIE.

Publicado en abril de 2015