La relación con la montaña parte de pequeño. A los cinco años mis papás me llevaron a conocer Farellones, en la Región Metropolitana. Mi papá esquiaba y yo lo miraba desde la terraza del lugar, hasta que, en 1987, me regalaron mi primer par de esquís. Desde ese momento no me he bajado más. Vivo en Machalí, que es una comuna precordillerana de la VI Región y que tiene a menos de dos horas en auto el centro de esquí Chapa Verde.

Fui parte de la selección del centro de esquí, que me permitió salir a competir a Portillo, Valle Nevado, Nevados de Chillán y Antillanca, entre otros. Estuve en ese ritmo hasta cuarto medio, el último año que competí a nivel interregional. Al entrar a la universidad, conocí amigos que tenían una relación directa con la montaña desde otra perspectiva, la del montañismo puro, y buscando cómo unificar estos gustos es que opté por el esquí de Randonée. Es una técnica que mezcla el esquí alpino, al deslizarte por laderas de distintas pendientes, y el montañismo, al colocarle pieles sintéticas a la base de los esquís, lo que te permite ascender laderas sin el problema de deslizarte pendiente abajo.

La sensación de salir a buscar montañas prístinas en distintos sectores de Chile es maravillosa. Entender que la montaña te da permiso para deslizarte por un momento a través de sus hermosas morfologías no tiene precio. Además, te potencia el concepto de cordada (grupo de amigos con conocimientos de montaña), el trabajo en equipo y el logro de objetivos, lo que me ayuda mucho en el día a día laboral.

Luis Riquelme Santander es ingeniero agrónomo y jefe zonal técnico Agrocentro Rancagua en Nutrien Ag Solutions.