Ministerio de Agricultura presenta ejes de acción del Plan de Reactivación Agropecuaria
El Plan de Recuperación Agropecuaria tiene como objetivo de levantar medidas de corto, mediano y largo plazo para enfrentar los efectos del cambio climático.
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Patricia Aguilera se dedicó toda su vida a la enseñanza. Pero hace 10 años el destino la puso a prueba y debió comenzar un camino totalmente nuevo: el de las cerezas. Hoy combina sus dos pasiones, la escuela y el campo.
Durante toda su vida, Patricia Aguilera se dedicó a lo que más le gustaba hacer, enseñar a los niños. Llevaba más de treinta años haciendo clases cuando en 2013 optó por algo distinto, tanto que resultaba completamente nuevo para ella.Patricia Aguilera se dedicó a lo que más le gustaba hacer, enseñar a los niños. Llevaba más de treinta años haciendo clases cuando en 2013 optó por algo distinto, tanto que resultaba completamente nuevo para ella.
Pese a que su padre era agricultor y su hermano agrónomo, nunca se había interesado en el rubro agrícola. Sin embargo, hace diez años, cuando su padre falleció y le dejó un campo, se vio enfrentada a la gran pregunta: ¿y ahora qué hago? Se dejó asesorar por su hermano y así se atrevió a incursionar en la fruticultura, a través de las cerezas. Hoy en día, aquello que parecía una encrucijada entre dos pasiones se convirtió en un proyecto de vida donde todo ha encontrado su lugar: la enseñanza y el campo.
En el año 2014, Patricia llegó al sector El Huelemo, en la comuna de Mulchén, donde hay una comunidad indígena y después su campo. En ese entonces plantó quince hectáreas de cerezas. El 2016 plantó quince más y dos años después se construyó una casa. Ya con el comienzo de la pandemia nunca más se fue y espera no hacerlo.
Más allá de la labor agrícola, también la cautivó el lugar, con el que se encariñó y se siente muy comprometida. “Me quedaba mucho tiempo libre y empecé a hacer clases a los niños de la escuela, que es lo que siempre me gustó. Tengo muy buena relación en la comunidad, hoy estoy muy encariñada con mi sector, Alhuelemu, y trabajando con ellos. Además, también me gusta el tema de los animales y creo que a lo mejor estaba en el ADN pero no lo había desarrollado ni potenciado”.
Actualmente Patricia va a la escuela dos o tres veces por semana, dependiendo del refuerzo que requieran, y el resto del tiempo lo dedica por completo al campo, que tiene 250 hectáreas, de las que 30 corresponden a cerezas, 60 a trigo y avena, 50 a praderas y el resto es forestal, zona en la que también cuenta con animales.
Con el tiempo se fue encantando de la labor agrícola y por eso hoy se divide entre ambos trabajos, los que aclara, tienen muchas similitudes. “Había trabajado toda mi vida con niños, y eso era maravilloso. Y después me di cuenta que acá igual estoy trabajando con seres vivos, que se comportan, que se desarrollan, que uno los ve crecer, que uno los ve desarrollarse, que le ve potencialidades y de a poco me fui enamorando de la labor que hago, que además es agradable porque te permite dar trabajo”.
Una buena Apuesta
Cuando Patricia compró sus plantas para iniciar su primer huerto, éstas venían con el portainjerto Guindo Ácido. Lo utilizó así desde el primer día con una modalidad de eje central, prácticas que se mantienen hasta la actualidad. “El primer huerto se encuentra en un cerro y este portainjerto funciona muy bien para la tierra arcillosa. Me ha funcionado súper bien, así que por lo mismo, el segundo huerto que planté dos años después, lo hice con este mismo portainjerto”, comenta.
Si bien existen otros que en la zona también se dan muy bien, la opción de Patricia para lo que viene es quedarse con las 30 hectáreas de cerezos con las que cuenta (de las que 26 corresponden a la variedad Regina, 2 a Kordia, 1 a Lapins y 1 a Skeena) y no plantar nuevas variedades ni nuevos frutales. Y es que la parte económica juega un rol muy importante en su análisis.
Si bien las cifras son variables y depende cómo se haga cada huerto, sea cual sea la situación, para cualquier productor la inversión inicial es muy alta y no se recupera de manera inmediata. En este sentido, por ejemplo, si se incorporan estructuras al huerto, la inversión sube. Eso Patricia decidió dejarlo de lado.
“Es muy caro y no lo hice porque esto era una apuesta, era un terreno en el que no se daba nada y fue una forma de valorizarlo, pero no sabíamos cómo nos iba a ir. Gracias a Dios no tuvimos problemas, pero al principio los árboles se me caían. La estructura es algo que se necesita pero yo no podía hacerlo”, aclara.
Haciendo un recuento desde su inicio en el sector agrícola hasta hoy, puede decir que la apuesta fue muy positiva: el huerto está rindiendo lo que tiene que rendir, sin problemas ni de calidad ni de carga.
El mejor año
Fertilización, aspectos sanitarios y monitoreos forman parte de las prácticas que han implementado en el huerto y que en la última temporada la llevaron a contar no sólo con fruta de muy buen sabor, sino que a alcanzar el mejor año en cuanto a calibre.
Patricia recuerda que en promedio el primer año obtuvo 3.000 kilos, el segundo año subió a 9.000 kilos y posteriormente a 12.000 kilos, número en el que se ha mantenido. Sin embargo, aclara, este año fue especial y contó con 10.000 kilos, pero con un muy buen calibre, mejor que nunca: “Tuve de jumbo para arriba el 90% de la producción”.
Para obtener este tipo de resultados, indica, se preocupa mucho de la fertilización. Para eso, realizan muestras de suelo, de fruta y de hoja y con eso va fertilizando de acuerdo a lo que necesita. En ese sentido, Patricia se hace asesorar por Irrifer, cuyo monitoreo nutricional se fundamenta en el control nutricional continuo del sistema suelo-agua-planta. El objetivo es optimizar la aplicación de fertilizantes y los aportes de agua a través del riego. Para esto, la empresa dispone de equipamiento de última generación, personal especializado y un moderno laboratorio de análisis de suelo, agua y planta, en un servicio que es desarrollado para especies frutales y diferentes cultivos.
El uso de esta tecnología resulta ser un apoyo fundamental a la gestión de la fertirrigación y permite efectuar modificaciones en la fertilización y riego con el fin de optimizar la nutrición de la planta y tener la capacidad de reaccionar oportunamente para evitar déficit o excesos.De esta manera Patricia define como “impecable” los resultados de esta temporada, pues la fruta tuvo muy buen calibre, sabor y color. A su juicio también jugó a favor el hecho de que el huerto se encontraba muy sano. “Habíamos tenido cáncer bacterial, hicimos cambios en algunas aplicaciones y curamos heridas con productos específicos que dieron dieron muy buenos resultados, entonces el huerto estaba muy sano y fertilizado. En el fondo, el huerto se hace en el verano, yo estoy haciendo ahora mi fruta del próximo año. El año pasado fue un verano caluroso e hicimos una muy buena poda de luz. Todas esas pequeñas cosas se vieron reflejadas en la fruta”, explica y agrega que en estos momentos se encuentra armando el huerto para la próxima temporada: ya realizaron la poda de luz y posteriormente realizarán una poda más fuerte que se hace de forma mecanizada.
Patricia busca continuar con las mismas prácticas que ha implementado hasta ahora para seguir obteniendo estos buenos resultados, ya que como indica, no hace inventos con su huerto, sino que aplica lo que ya ha sido probado.
Mano de obra: la ventaja de su ubicación
Para muchos productores, el riego y la mano de obra representan grandes dolores de cabeza. Pero para Patricia son aspectos de los que también se preocupa muchísimo y que al menos hasta ahora, no le han representado un problema. En cuanto al riego, si bien asegura que en los cerezos es muy eficiente, lo tiene muy tecnificado, con antenas que se riegan automático, en la cantidad de horas y litros que corresponde.
En cuanto a la mano de obra, destaca que si bien más adelante podría representar un problema, dado la poca que queda gente en los campos, un beneficio para ella es que se encuentra al lado de una comunidad indígena, por lo que trabaja con sus vecinos.
“Hasta ahora no he tenido inconvenientes de mano de obra porque es muy cómodo para ellos trabajar al lado de la casa. Sé que en algún minuto va a ser un problema y lo otro es que la cosecha de la cereza es hoy y no podemos dejarla para mañana, no es una fruta que pueda permanecer mucho en el árbol, entonces tengo que estar en cierta semana cosechando. Para eso, estos años ha estado la mano de obra extranjera y además este año en particular había mucha gente ofreciendo su trabajo, entonces este año no tuvimos problema de mano de obra”.
Pero además de contar con trabajadores muy cerca, otro beneficio es que se ubica en un sector que cosecha tarde, por lo que cuando debe hacer esta tarea, ya la zona central finalizó. “Este año se me adelantó una semana como se le adelantó a todo el mundo, pero normalmente cosecho la primera semana de enero, entonces en la zona no tenemos problema porque ya la gente viene del norte hacia el sur”.
Aprender a pararse
A fines de enero el país vivió una serie de incendios forestales que afectaron a distintas zonas del sur, entre las que se encontraba Mulchén. La comunidad y el campo de Patricia fueron parte de los damnificados. De las 250 hectáreas que tiene el campo, la gran mayoría resultó afectada.
“Uno tiene que aprender a pararse. La idea para este año es hacer leña todo lo que quedó quemado. No quiero ver nunca más un eucalipto o un pino (hectáreas quemadas tras el incendio forestal), por lo tanto la idea sería irnos a algún árbol nativo. De hecho, yo tenía unas seis hectáreas de Quillay, que también se quemaron”.
Las treinta hectáreas de cerezas se salvaron y los planes en cuanto a ellas apuntan a seguir haciendo las cosas con la dedicación que ha tenido hasta el momento, para seguir contando con fruta de buena calidad. Hoy en día el total de la producción se exporta a través de Dole y los planes tampoco apuntan a hacerlo por cuenta propia.
Se define como una mujer a la que le gustan las cosas simples por lo que exporta sólo a través de esta compañía. “Creo que uno tiene que arriesgar y poner las fichas en una sola parte y ganarse la confianza de quienes me están comprando. Yo quiero ganarme la confianza de ellos, entregarles cada año mejor fruta y ser cada día una mejor productora. Quiero tener fruta linda, rica y que me la compre otra persona que haga toda la parte comercial por fuera”.
Mujeres: poco visibles
Mujeres trabajando en el rubro agrícola han habido muchas y desde hace años, pero la regla más que la excepción es que han sido poco visibles. Esa es la visión de Patricia Aguilera sobre la participación de las mujeres en este sector y lo ejemplifica con la presencia de mujeres en puestos gerenciales. “Chicas agrónomas, en los laboratorios o vendiendo productos hay muchas, pero pocas en la parte de gestión”, comenta y aclara que ello se debe a que todavía cuesta un poco entrar, es un rubro que en general privilegia al hombre cuando se trata del campo, como una especie de tradición.
Sin embargo, para todas las mujeres que están pensando insertarse en el rubro agrícola, el mensaje de Patricia es claro: “Que lo hagan. Creo que la necesidad crea el órgano; si quieres hacer algo lo vas a lograr”.
go lo vas a lograr”. “Hay que tener claro que esto es algo bastante inestable, que dependemos de muchos factores. Es mucho más fácil estar donde me están pagando todos los meses y pase lo que pase sigo con eso. No todos los días se pasan bien pero la gratificación es inmensa. Sobre todo las chicas jóvenes que se adaptan mucho más fácil: que lo hagan”, enfatiza.
Otro consejo que Patricia se atreve a darle a las mujeres sobre la labor agrícola es que se atrevan y no se dejen ganar por los temores. En este sentido recuerda sus inicios. “Yo empecé muy mayor, me arrepiento de no haber empezado antes porque las posibilidades las tuve y no las tomé por miedo. Creo que los temores son los que tenemos que vencer. A lo mejor hay personas que se atreven a más pero a mí me costó llegar acá y creo que si no hubiese sido porque mi papá ya no está, a lo mejor no hubiese llegado nunca. En el minuto que ya no estuvo supe que tenía que tomar la posta. Creo que desde ese minuto ya me empecé a interesar de todo”.
Ser honesta y dejarse ayudar es el tercer consejo que entrega esta agricultora, quien en este sentido destaca que se deben dejar apoyar. “Tuve muy buenas redes de apoyo y creo que eso es buenísimo. Uno no tiene que pasar de lista, lo que no lo sabe, no lo sabe nomás y ser honesta con uno y con los demás. Yo no le quiero demostrar a ningún hombre quién soy. Quiero ser yo, Patricia Aguilera, mujer mayor que le gusta la agricultura y que está dispuesta a aprender todos los días lo que el resto de la juventud y mis colegas me quieran enseñar, absorber conocimientos todos los días y a quien pueda entregarle lo que sé, también hacerlo”.
Patricia Aguilera empezó su trayectoria en el campo desde cero, comenzó un camino totalmente nuevo, del que se fue enamorando con el paso del tiempo. Tuvo temor, pero lo importante es que se atrevió y gracias a ello hoy se puede dedicar a sus dos grandes pasiones. No hay mayor satisfacción que esa.
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Robert Edition
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