
¿Solución o problema?
La mecanización en el agro busca mejorar la eficiencia y productividad de los procesos en el campo. Debe permitirnos mejoras cuantitativas y cualitativas que justifiquen la adquisición de nuevos equipos y tecnologías. Pero, ¿qué sucede cuando no obtenemos el resultado esperado? Con el avance de los tiempos, cada vez es más fácil acceder a equipos […]

Con el avance de los tiempos, cada vez es más fácil acceder a equipos que antes se veían lejanos. En sus inicios la mecanización revolucionó el agro pasando de cultivar la tierra con la fuerza de los animales y de los trabajadores agrícolas a trabajar con máquinas que en un par de horas realizaban el trabajo que a una yunta de bueyes le tomaba un día o la labor de varias personas en toda una jornada. Estos avances han significado por un lado, un bienestar a las personas al dejar labores de campo extenuantes, y por otro una dramática reducción de costos económicos y mejoras de calidad, sin que impliquen muchas veces grandes inversiones en tractores u otro tipo de equipos.
Para un eficiente proceso de mecanización, ya sea del más básico nivel hasta la sofisticación de equipos automatizados, es necesario conocer el perfil de los usuarios, las condiciones de trabajo que se quieren cambiar, las adaptaciones en manejo o estructura de nuestro predio necesarias para una implementación adecuada y la racionalidad económica del proyecto; en definitiva, evaluar los equipos o soluciones desde los puntos de vista social, ergonómico, cultural y económico.
Muchas veces cuando se habla de mecanización agrícola se nos viene a la cabeza las imágenes de potentes tractores y grandes arados que ayudan en el campo, pero la mecanización es más que sólo contar con máquinas: es contar con la tecnología adecuada para implementarla de acuerdo a las condiciones socioeconómicas y culturales de nuestro grupo objetivo. Es así como podemos ver grandes logros en mecanización tan solo mejorando las condiciones ergonómicas (máxima productividad con menor esfuerzo y fatiga) de una cosecha a ras de suelo en hortalizas con el uso de carros y sombrillas, o implementado sistemas de traslado como plataformas de cosecha que permitan incorporar al mercado laboral a grupos cada vez más desplazados como adultos mayores y mujeres.
Para tener éxito en cualquier tamaño de negocio es necesario conocer nuestro diseño de predio. Un agricultor que logre ordenar y diseñar su plantación o siembra podrá incorporar herramientas que faciliten las labores como cultivadores con caballo o tractor en hortalizas y cultivos, o chapodadoras y desbrotadoras en viñas o herramientas manuales de última generación, por nombrar algunos, sin distinción de tamaño predial como es dable pensar.
Para lograr la eficaz implementación de un proyecto de mecanización, lo ideal es incluirlo desde la concepción del negocio, incorporando la tecnología de maquinarias para una agricultura moderna y sustentable que mejore los rendimientos de desmalezado, podas, raleos, aplicaciones y cosechas; sin embargo, cuántas veces nos encontramos con proyectos en los que existen grandes inversiones en riego, genética de nuevas variedades, sistemas de conducción que maximizan la iluminación y no reparamos en la inexistencia de un ítem de equipos para mecanizar el proyecto.
La meta es ser más eficientes
Las motivaciones para mecanizar procesos que puede tener el empresario agrícola (pequeño o grande) por lo general apuntan a la intervención en el uso de mano de obra, ya sea por mejores condiciones ergonómicas (eficiencia), reducción en el uso (costo) o reemplazo por escasez (competencia), o la obtención de una producción sustentable, exigida cada día más por los consumidores, y que va por la reducción de emisiones y uso de agroquímicos. En fin, un sinnúmero de razones que pueden dar para una larga lista que se traduce en definitiva en la sustentabilidad del negocio agrícola.
Algunas consideraciones al momento de incorporar nuevos equipos:
• Capacitación del personal que opera la solución.
Un eficiente proceso de mecanización exige contar con personal idóneo, que sea capaz de sacar el máximo provecho a la solución ofrecida. Muchas veces entregamos equipos que valen más que la camioneta en la que nos movilizamos a operadores que no cuentan con la adecuada capacitación. Un operador que no posea las competencias adecuadas podrá hacer fracasar una solución por el solo hecho de que no logra discernir entre una óptima operación y una deficiente. La respuesta que escucharemos será “la máquina no anda bien”.
• Arquitectura del huerto o plantación.
Cuántas veces hemos visto videos o visitado ferias de maquinaria en las que se presentan equipos revolucionarios y que son una solución en otro predio pero llegan a nuestros campos y son muy chicas o muy grandes para el cultivo, son lentas porque los árboles son muy grandes, o muy rápido para un huerto juvenil y no hacen un buen trabajo, cortan mucho o cortan poco. Es fácil reconocer en nuestros huertos que la preocupación comienza desde los 60 cm de altura y fallamos en el manejo de los pisos, generando ineficiencias por la baja velocidad de los equipos. Si evaluamos el impacto de tener un piso parejo podemos encontrarnos con menores daños a los equipos, mejores rendimientos y oportunidad en la realización de labores, lo que se traduce en meno res costos. Piense sólo en cuántas herramientas van a parar al cementerio de máquinas del campo porque no sirven o se dañaron y sólo hubiera bastado darles las condiciones adecuadas al huerto para que expresaran su potencial.
• Elementos presentes en terreno que dificultan el uso de maquinaria.
Varias veces se escucha que la máquina no avanza al ritmo que el fabricante indica. Las razones: acequias de riego, piedras en superficie, camellones sobredimensionados. Es cuestión de observar y escuchar historias de introducción de equipos que cosechaban más piedras que frutos, que los árboles quedaron tan altos por los camellones que se dificultaban las labores, que la máquina se “cayó” en la acequia de riego de la cabecera o incluso en la calicata que olvidamos cerrar en medio del huerto.
• Elementos funcionales de los equipos. ¿Cuántos predios tienen las competencias en su personal para discriminar en el uso de ciertos elementos? Por ejemplo, ¿qué tan precisas son nuestras aplicaciones? ¿Tenemos capacidad para determinar tipo de boquillas de acuerdo a la velocidad real que obtenemos en el huerto? En las podas mecánicas, ¿podemos discriminar RPM óptima o tipo de elemento de corte según tipo de material? ¿Es efectivo el triturado si mi equipo funciona con cuchillas o con martillos? Son algunas preguntas que debemos hacernos al momento de elegir la solución adecuada.
• Dimensionamiento de equipos en relación al predio.
No existe una relación entre el tamaño predial y la cantidad de maquinaria, más bien es la necesidad de nuestro cultivo por contar con equipos que bien pueden operar un par de semanas al año por seguridad y costo de oportunidad versus el costo de la pérdida. Por otra parte, cuántas veces es posible ver tractores de gran potencia arrastrando carros en campo la mayor parte del tiempo.
Por estas razones es importante, en una planificación de mecanización predial, evaluar las labores restrictivas que queremos mejorar, analizar las alternativas más adecuadas presentes en el mercado, no sólo local, investigar acerca de las necesidades de adaptación de nuestro predio para el adecuado uso y finalmente evaluar económicamente entre los costos asociados que serán reducidos y la inversión requerida.
En resumen, invertir racionalmente la mejora del margen económico que lograremos utilizando los equipos aptos para nuestro negocio y tamaño.
Sin duda, la mecanización debe ser un aporte y no llegar a ser un problema para la actividad agrícola. Esto implica y demanda mayor preocupación de parte de los involucrados para que los resultados sean los esperados. Si no trabajamos hoy en mejorar la evaluación de equipos y tecnologías, si no realizamos una adecuada extensión desde la investigación y no capacitamos a nuestros operadores, nos perderemos la posibilidad de avanzar hacia una agricultura sustentable de la mano de las nuevas tecnologías.
Escrita por: Daniel García, Agronexos Ltda.
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