Favorecidas y a la sombra
Viticultura protegida: experiencia del uso de mallas fotoselectivas para entender las modificaciones microclimáticas en uva de mesa en el norte de Chile.
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A menudo y desde hace varios años, se escucha entre los productores que el negocio de la crianza no es rentable o, a lo sumo, es muy poco rentable. Lo cierto es que esta es un área en la que hay poca investigación nacional disponible, porque este segmento productivo implica largos periodos de tiempo como […]
A menudo y desde hace varios años, se escucha entre los productores que el negocio de la crianza no es rentable o, a lo sumo, es muy poco rentable. Lo cierto es que esta es un área en la que hay poca investigación nacional disponible, porque este segmento productivo implica largos periodos de tiempo como para tener resultados, al menos 460 días (gestación y destete), y al mismo tiempo poder contar con al menos un rebaño criancero, situación que muy pocas instituciones de investigación cumplen en la actualidad. Existe escasez de información que permita tener claridad sobre cuáles son los cuellos de botella que limitan la rentabilidad de este segmento productivo, y que permita estimar la rentabilidad de la empresa.
En general una gran mayoría de los crianceros basan sus sistemas de producción en praderas naturales, las que usualmente son de baja producción y estacionales o bien se encuentran en zonas marginales con bajas fertilidades. Muchos además no cuentan con infraestructura básica (manga, brete y/o cepo) y tienen un input tecnológico que en general es bajo. Así entonces, se produce un círculo vicioso dado que para muchos no tiene sentido invertir en tecnologías si la producción no genera ingresos “interesantes”.
Pocos también cuentan con información básica que permita diagnosticar desde un punto de vista técnico-económico la situación de la empresa criancera. Muchas veces la baja rentabilidad puede estar asociada a una baja cosecha (producción) de terneros, los que además pueden presentar bajos pesos al destete.
Ambos factores son claves en la rentabilidad de este segmento productivo, ya que los productos finales son la venta de terneros (terneras), y en menor medida las vacas de desecho.
La buena nutrición de las vacas es el primer esfuerzo para mejorar la rentabilidad del predio criancero; lo segundo es asegurarse que todas las vacas preñadas puedan llegar a parir y destetar sus crías, ojalá con el máximo peso posible según la disponibilidad de recursos alimenticios.
El mejor indicador de éxito es el que refleja los kilos de carne destetados por vaca encastada (monta natural o inseminación artificial), denominada tasa de cosecha de terneros o tasa de reproducción efectiva. Este indicador representa una de las medidas fundamentales de productividad y eficiencia del sistema de crianza, y el productor debe comprender su significado y saber cómo calcularlo. Esta tasa corresponde al porcentaje de terneros destetados por vaca expuesta a encaste y tiene en cuenta: el porcentaje de preñez de vacas expuestas a encaste, las pérdidas de preñez entre el diagnóstico de preñez y el parto, el porcentaje de partos exitosos, y las pérdidas de terneros desde el parto hasta el destete.
Como referencia el porcentaje de terneros destetados por vaca expuesta a encaste debería ser de no menos de 85% e idealmente cercana o por sobre el 90 %.
Un ejemplo de análisis
Suponga que tiene un rebaño de 130 vacas cuyo peso promedio es de 500 kg en un predio de 150 hectáreas. Las vacas fueron expuestas a monta natural. Se puede observar que al finalizar la temporada logran ser destetados un total de 117 terneros. En consecuencia, la tasa de cosecha de terneros sería de 90% (117/130*100). Si asumimos que el peso pro medio al destete fue de 200 kg, el sistema estará produciendo 23.400 kg de carne, es decir, un promedio de 156 kg/ha (sin considerar ventas por vacas de desecho).
En este ejemplo si bien la tasa de cosecha de terneros está dentro de lo esperado, la carga animal y el peso al destete tienen espacio para ser mejorados, ya que se espera que el peso al destete sea de un 50% del peso de la madre, es decir, en este ejemplo unos 250 kg, en tanto la carga animal promedio alcanza solo a 0,87 vacas/ha, si consideramos un consumo de materia seca promedio del 2% del peso vivo (10 kg MS/día) y una eficiencia de pastoreo del 55%, podemos asumir que las praderas están produciendo en promedio alrededor de 5,8 toneladas de MS/año.
Así entonces, si con el adecuado manejo de pastoreo y de la pradera se logran producir 10.000 kg MS y mejorar la eficiencia de pastoreo a un 65%, podemos entonces duplicar la carga animal (1,78 vacas/ha). En consecuencia, la carne cosechada podría aumentar a unos 400 kg de carne/ha, es decir, un 257% más que la situación original.
Mejorar tanto el peso al destete como el porcentaje de terneros destetados requiere disponer de una mejor nutrición de las vacas. En la actualidad existe bastante evidencia de que la condición corporal (estado nutricional) de las vacas tiene un marcado efecto sobre la tasa de preñez.
Asimismo, el porcentaje de terneros destetados es mucho más relevante que sólo una mejora en el peso al destete.
El impacto económico que tiene por un lado una mejora en el peso al destete y por otra parte a tasa de cosecha de terneros, tomando como referencia un peso de destete de 230 kg y un 75% de tasa de cosecha.
Del cuadro se aprecia que al mejorar en diez puntos porcentuales la tasa de cosecha de terneros (desde 75% a 85%) y manteniendo un peso promedio de destete de 230 kg, se esperarían ingresos extras por $ 3.450.000, mientras que subir en 10 kg el peso al destete, por ejemplo, desde 230 a 240 manteniendo una tasa de terneros destetados del 75% sólo se generan ingresos extras por $ 1.125.000. Si por el contrario la tasa de cosecha de terneros fuera del 85% entonces la mejora en 10 kg en el peso al destete generaría $ 1.275.000 extras (obtenido al restar 4.725.000 – 3.450.000).
Otra forma de analizarlo sería, por ejemplo, si se tiene un rebaño de 100 vacas y se pasa de una tasa del 75% al 85% con un peso vivo promedio de 250 kg, obtenemos 2.500 kg más de carne (obtenido al realizar la siguiente operación: 85 – 75 = 10 animales más, luego 10 animales x 250 kg/animal -> 2.500 kg extras).
Por el contrario, si nuestro rebaño de 100 vacas tiene un 85% de terneros destetados y mejoramos solamente en 20 kg el peso al destete, solo obtenemos 1.700 kg más de carne (250 – 230 kg destete = 20 kg/animal, luego 20 kg/animal * 85 animales -> 1.700 kg) a un precio de $ 1.500 kg peso vivo son $1.200.000 a favor de la mejora en la tasa de cosecha de terneros.
Así en cualquiera de los dos casos impacta mucho más mejorar la tasa de cosecha de terneros que el peso al destete. Indudablemente, una mejora de ambos factores tiene un impacto positivo en los ingresos totales del sistema.
Herramientas técnicas
Tradicionalmente se ha planteado que la disponibilidad de forraje es la piedra angular para el éxito productivo ya que vacas en buena condición corporal podrán mejorar sus índices reproductivos y proveer de leche suficiente a los terneros. Lo anterior implica en muchos casos optimizar sustancialmente el manejo del pastoreo y la fertilidad de los suelos, con el fin de mejorar la producción de las praderas y la eficiencia de pastoreo.
Sin embargo, como en todo orden de cosas, para evaluar cualquier intervención técnica (fertilización, uso cerco eléctrico, carga animal, establecimiento de praderas, manejo del pastoreo, etc.) se necesita levantar información propia, que sea oportuna y confiable, con la cual se puedan estimar indicadores productivos que den una idea de cuáles son las brechas que deben abordarse y su prioridad.
Condición corporal
En la actualidad no son muchos los productores crianceros que utilizan herramientas técnicas como la condición corporal de las vacas, la cual prácticamente no requiere de inversión. Esta herramienta, de fácil implementación, debe utilizarse al menos en dos momentos del año (idealmente cuatro veces al año), aproximadamente de 100 a 120 días antes del parto y al momento de éste.
La primera evaluación (100 a 120 días antes del parto) permite tomar medidas correctivas (manejo nutricional) para asegurar que las vacas lleguen en buena condición al parto, y consecuentemente entrar en celo de forma más rápida después del puerperio. Esto se explica porque si la vaca está en una mala o pobre condición corporal (nutricional), la reproducción será probablemente la última de sus prioridades, afectando con ello la cosecha de terneros.
Además, los lapsos inter partos (LIP) serán mayores y probablemente se obtendrán terneros más pequeños, mórbidos y con un menor peso al destete. Idealmente las vacas deben tener una condición corporal 5 y las vaquillas 6 al momento del parto (escala de 1 a 9). Todos aquellos animales en una mala condición corporal deben tener un plan de alimentación que les permita alcanzar la condición indicada al momento del parto. Por ello, mientras más días se tenga, más fácil será alcanzar la condición corporal deseada. Todas las vacas (y vaquillas) que presenten problemas o demoras en lograr preñarse estarán generando pérdidas económicas, ya que estarán consumiendo alimento (forraje) y recibiendo cuidado sanitario, pero no estarán generando los ingresos según lo esperado.
Costo y beneficio de potenciales cambios
Los productores crianceros que tienen un porcentaje de destete por vaca expuesta a encaste que es menor al 85% deben identificar dónde están ocurriendo las pérdidas. Lo anterior permitirá evaluar diversas estrategias técnicas de manejo para mejorar este valor. Esta evaluación debe indudablemente considerar los costos asociados, así como también el retorno que generaría su implementación.
Una vez que se alcanza un nivel óptimo, el costo adicional de aumentar la productividad es a menudo mayor que el retorno generado. Por ejemplo, si se gastaron $20.000 más por vaca para mejorar la tasa de cosecha de terneros, lográndose sólo una mejoría del 2%, el aumento del costo de aplicar ese cambio de manejo a todo el rebaño no será compensado por la mejora de la tasa de cosecha de terneros. Utilizando el ejemplo anterior, 130 vacas multiplicadas por $ 20.000 por vaca son $ 2.600.000 en total para pagar la mejora deseada. Si la tasa de cosecha de terneros sólo se mejora con tres terneros más (130*92%), a un precio de $ 1.500 kg/peso vivo de 250 kg, ingresan solo $ 1.125.000 adicionales (1.500*250*3), siendo el gasto mucho mayor.
En síntesis, la tasa de cosecha de terneros y los factores que contribuyen a esta representan un número que los productores crianceros deben saber calcular e interpretar. El aumento racional de la tasa de cosecha puede mejorar la rentabilidad de la empresa criancera. Esto implica evaluar la relación de costo y beneficio de potenciales cambios tecnológicos a implementar en la gestión del rebaño criancero.
Escrito por: Rodrigo Arias Inostroza, Profesor Asociado Instituto Producción Animal Universidad Austral de Chile.
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Robert Edition
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