Envíos de cerezas totalizan 302.842 toneladas en lo que va del año
Se evidenció un aumento de esta fruta de 6,1% en volumen y 21,9% en valor en los envíos de esta fruta, en comparación con igual período del año 2022.
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La región sur de Chile se caracteriza por tener una alta pluviometría, concentrada mayormente en un periodo de 4 a 6 meses (abril-septiembre), y en el cual cae aproximadamente 70% de las precipitaciones anuales. A lo anterior se suman las bajas temperaturas y viento con promedios diarios de 6,9 ºC y 4,5 km/h, para el […]
La región sur de Chile se caracteriza por tener una alta pluviometría, concentrada mayormente en un periodo de 4 a 6 meses (abril-septiembre), y en el cual cae aproximadamente 70% de las precipitaciones anuales.
A lo anterior se suman las bajas temperaturas y viento con promedios diarios de 6,9 ºC y 4,5 km/h, para el periodo de los meses antes señalados. Estas variables climáticas, en conjunto con las características de suelo y densidad de carga animal, contribuyen a la formación de barro que afecta conjuntamente el balance térmico de los animales, en particular mediante la modificación de la aislación externa del animal, y con ello la temperatura mínima crítica o bien el límite inferior del rango de confort térmico.
En este contexto, son pocos los estudios que se han realizado en regiones templadas que comparen los efectos de los factores ambientales sobre el bienestar y respuesta productiva de los animales en engorda. Sin embargo, existe una creciente preocupación por parte de los productores y agencias gubernamentales acerca de estos temas, los que a su vez también están asociados con el proceso de cambio climático.
La mayoría de los estudios previos, con respecto a los efectos ambientales, se han centrado en el estrés por calor en el ganado lechero y de carne, incluyendo: efectos sobre el rendimiento, metabolismo animal, fertilidad, expresión génica y la nutrición, entre otros.
Por el contrario, el estrés por frío ha sido objeto de menor atención y existe mucho menos información al respecto. Este menor interés se debe probablemente a que el ganado se adapta naturalmente mejor a las condiciones templadas frías.
El problema de las lluvias
Si bien el modelo del NRC de carne (2016), comúnmente utilizado para estimar requerimientos de nutrientes del ganado, incluye en sus fórmulas factores de corrección para las condiciones ambientales y también para el barro, estos no necesariamente representan la realidad productiva que se observa en el sur del país.
En muchas regiones de Canadá y Estados Unidos el invierno se caracteriza por precipitaciones sólidas (nieve), mientras que la formación de barro se limita a unos dos a cuatro meses, principalmente en el periodo primaveral en que se derrite la nieve, siendo en consecuencia la precipitación líquida (lluvia) menos importante en el invierno y más importante en el periodo primavera–verano.
Por el contrario, en muchas regiones del sur del país, a las ya mencionadas lluvias y barro, se agrega el hecho de que los animales permanecen gran parte del día, y por varios días con su piel y pelaje húmedo. Por ejemplo, en Osorno durante el 2016 la mitad de los días del año presentaron precipitaciones (50,5%), mientras que el periodo abril-septiembre presentó un 70% de los días con precipitaciones, acumulando en esos meses 780 mm. En tanto en Valdivia, anualmente llovió un 56% de los días y en el periodo abril-septiembre un 80% de los días hubo precipitaciones, acumulándose 808 mm.
Investigaciones previas realizadas en el extranjero han demostrado que el ganado que se encuentra en corrales con barro requiere de más energía y realiza un mayor esfuerzo para caminar (por efecto de succión), resultando en una menor respuesta productiva, ya que el animal utiliza parte de la energía consumida a procesos termoregulatorios y no a ganar peso. Además, muchas engordas no cuentan con un diseño adecuado de su infraestructura y corrales que eviten la formación y/o acumulación de barro, así como la protección del viento.
En efecto, la Dra. T. Grandin, quien ha visitado el país en varias ocasiones, señaló recientemente que hay pocos estudios científicos que evalúen el efecto del barro en el ganado de carne. Por lo tanto, hay una necesidad de estudiar en detalle esta temática, para así poder proporcionar valiosa información a los productores y a la industria ganadera n general. Estos y otros aspectos fueron abordados por el proyecto Fondecyt Nº 11121320.
El estudio en cuestión evaluó el efecto combinado de los factores climáticos (invierno y verano) y el consumo de dos niveles de energía consumida por novillos en engorda (1,85 ó 2,72 veces la energía metabolizable de mantención, EMm).
Los valores de temperatura timpánica (TT) en función de la energía consumida y época del año, destacando que los animales presentaron una TT superior en el verano, independiente del nivel de energía consumida.
Al mismo tiempo no se observaron diferencias por el nivel de energía, ni en el promedio de TT ni tampoco en su evolución horaria. Por el contrario, en inverno sí se observaron diferencias en ambos, acentuándose entre las 02:00 y 20:00 horas, es decir, durante 19 horas en total. Lo anterior es un signo evidente de que los animales enfrentan un mayor desafío para mantener su balance térmico durante el invierno, particularmente cuando el consumo energético es limitado.
Por otra parte, en el periodo invernal, la temperatura ambiente no fue un buen indicador del confort térmico de los animales. En cambio, tuvieron mayor relevancia el efecto combinado de precipitaciones y velocidad del viento.
Barro y peso
Durante las engordas invernales se registró la profundidad del barro y los puntajes de barro (PB) en una escala subjetiva del 1 al 5 (donde 1 = limpio y 5 = muy sucio) que refleja la proporción del cuerpo cubierta con barro. Como era de esperar se observó un aumento en la profundidad del barro con los días en engorda. Además, los corrales con animales más pesados presentaron una mayor profundidad del barro.
Los valores promedios máximos de profundidad de barro en las temporadas 2013 y 2015 fueron 16,1 y 11,5 cm, respectivamente. Sin embargo, la profundidad del barro no fue un buen predictor de la ganancia diaria de peso (GDP). Por el contrario, en los animales consumiendo la dieta de 1,85 veces la EMm, el PB resultó ser un predictor de la GDP, aunque con una muy baja explicación de la variabilidad observada; GDP = 0,211 – (1,13 x PB) + (0,82 x PB2) – (0,12 x PB3).
Cuando los animales presentaron un PB promedio de 2,2 fue cuando estos comenzaron a perder peso. Por otra parte, en los animales que consumieron la dieta de 2,72 veces la EMm, ni la profundidad ni los valores de PB fueron buenos predictores de la GDP.
En lo referente a la GDP, al comparar los resultados de las engordas del invierno 2013 vs. verano del 2014, se observa el efecto de la estación (1,10 ± 0.11 vs. 0,36 ± 0.06 kg/d), y del nivel de EMm (0,89 ± 0.12 vs. 0,57 ± 0.10 kg/d). En síntesis, el desempeño de los animales fue 3,1 veces inferior durante el invierno, mientras que la diferencia en energía entre tratamientos solo fue de aproximadamente 1,5 veces. Ello implica que las condiciones ambientales afectaron los requerimientos de energía de mantención.
Tanto desde un punto de vista productivo como económico, el periodo invernal resultó ser el más crítico, observándose una gran ineficiencia de los animales durante esta época. Los novillos consumieron 28,8 kg de MS para producir un kilo de peso vivo durante el invierno, mientras que en el verano necesitaron sólo 7,6 kg de MS, es decir, 3,8 veces más alimento en el invierno.
Estas diferencias se acrecentaron cuando se consideró el nivel energético de la dieta. Al realizar la comparación en función de la EMm consumida, las diferencias se acrecientan alcanzando a 39,6 kg de MS por cada kilo de peso vivo (1,85 veces EMm). En tanto los animales del tratamiento 2,72 veces EMm demandaron 2,2 veces menos alimento.
En el verano los valores fueron similares entre sí, requiriendo 7,14 y 8,01 kg MS por cada kilo de peso vivo ganado para las dietas 1,85 y 2,72 veces la EMm, respectivamente. Estas diferencias en la conversión, se explican por el desbalance térmico de los animales al destinar más de la energía consumida a procesos termoregulatorios.
El impacto económico
El resultado económico en términos marginales simples, esto es, sólo los kilos ganados durante la engorda y los costos de alimentación, se presentan en la Figura 3. Se aprecia que la engorda invernal generó pérdidas de $ 32.230 pesos por animal, mientras que en el verano se registraron utilidades por $35.189. Estos valores son el resultado de los ingresos generados por los kilos ganados en el respectivo periodo menos los costos de alimentación del mismo.
Cabe señalar que el precio de venta considerado para el análisis fue el promedio de tres ferias de Ganadera Araucanía S.A. ($1.388,4 al día 29 de septiembre 2015), mientras el costo de alimentación correspondió a los valores pagados en cada ensayo esto fue de $ 105,7 kg MS para el invierno del 2013 y de $ 120,2 kg MS para el verano del 2014 (corregidos).
Asimismo, los días en engorda fueron de 91 días para el ensayo invernal y de 76 días en el verano, lo que finalmente resultó en que los costos de alimentación fuesen similares entre tratamientos dentro de los periodos.
En síntesis, es posible señalar que los experimentos ejecutados permitieron confirmar la hipótesis planteada de qué condiciones climáticas que se alejan de la zona de confort térmica de los animales provocan un menor desempeño productivo.
Asimismo, los niveles de energía consumidos junto a los cambios de las respuestas fisiológicas y productivas permiten concluir que el clima ejerce un efecto directo sobre el animal y en particular sobre la partición o uso de la energía consumida. Lo anterior fue particularmente importante durante el invierno, pero no así durante el verano, periodo en el que sólo se observaron cambios fisiológicos y de comportamiento, pero no productivos. Independiente de esto también se observó una gran variabilidad entre los animales a través de los tres experimentos. Es necesario evaluar distintas medidas de mitigación y su impacto económico.
Agradecimientos a FONDECYTpor el financiamiento del proyecto N11121320 y Ganadera Araucanía S.A . por facilitar los animales.
Escrito por: Rodrigo Arias Inostroza, Ing, Agrónomo, MSC PHD. Instituto de producción animal, UACH.
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