Cada temporada es un desafío nuevo para los agricultores. La campaña de arándanos recién pasada se comportó parecida a las últimas, con retornos mezquinos, mayormente asociados a problemas en la calidad. Se trata de un problema que toma cada vez mayor importancia en los arándanos chilenos, debido principalmente al hecho de que nuestros países competidores tienen mejores arribos, ya sea por genética, condiciones climáticas o disponibilidad de mano de obra, entre otras variables. Este año, en términos climáticos, ha sido particularmente distinto y complejo para el mundo. Este fenómeno climático de El Niño, o “Niño revoltoso” como lo describen algunos especialistas, provocó estos últimos meses un vuelco en los mercados por las consecuencias que trajo para la producción de arándanos de Perú, que hasta ahora ha caído casi un 50% en sus volúmenes exportados equivalente a73.400 toneladas totales exportadas a la semana 40, al tiempo que se han visto incrementados los precios de venta, por el efecto de aumento de demanda en el mercado. Todo indica que los volúmenes de Perú vienen concentrados hacia noviembre y diciembre, lo que significaría un traslape con la mayor salida de arándanos chilenos, algo que nos pone en alerta respecto a los precios por una posible mayor oferta al momento del peak chileno. Ante este escenario, el interés de los agricultores por poder exportar mayor volumen de arándanos frescos se vuelve inminente. Este ímpetu, probablemente, se ve reflejado en las estimaciones del Comité de Arándanos de Chile, que en su primera proyección habla de 82.000 toneladas, que es menor a la temporada 22-23, en la que se exportaron 87.000 toneladas. La causa de esta variabilidad puede ser multifactorial, como desvíos a fruta IQF, que el Comité estimó en un 10% más que la temporada pasada, o bajas productivas. De hecho, se ha registrado una caída del 2% en la superficie plantada, la cual se explica por 1.164 hectáreas arrancadas de variedades antiguas de menor productividad y vida de postcosecha, y la plantación de 607 hectáreas de variedades nuevas.

*El interés de los agricultores por poder exportar mayor volumen de arándanos frescos se vuelve inminente

Pese a todo esto, el efecto de enviar fruta de calidad deficiente, puede empujar a la baja del precio de todas las calidades. Acá es donde debemos poner mayor cautela, ya que la calidad va a primar para conseguir buenos retornos. Bien sabemos que hemos tenido una primavera compleja y atípica, con mayores eventos de lluvia y heladas. Reforzarlos programas fitosanitarios y el monitoreo es una herramienta vital para asegurar, en gran medida, la calidad de la fruta. Asimismo, será de suma importancia el rigor al momento de la selección en las plantas de proceso, lo que también va de la mano de las variedades. De muchas de ellas sabemos su comportamiento en viaje y susceptibilidad a pérdida de condición y/o calidad. Tomando todos estos factores en consideración podemos alcanzar buenos resultados, sin perder de vista que aún estamos bajo al fenómeno climático que todavía puede traernos sorpresas. Básicamente seguimos sujetos al fenómeno de El Niño. Con toda la información que hoy tenemos al alcance, es posible reaccionar por anticipado para obtener una buena campaña y hacer el mejor de nuestros esfuerzos, pese a que la incertidumbre siga presente. Toda esta variabilidad climática nos vuelve a replantear el cultivo y poner sobre la mesa la necesidad de buscar otras estrategias: nueva genética, usos de tecnologías en el cultivo para asegurar calidad, etc. Claro está que todas estas medidas van de la mano dela rentabilidad que nos pueda generar el cultivo para poder financiarlo. Ya existen compañías que van en este camino con buenos resultados; hay ahí un espacio para compartir experiencias y desarrollos como rubro .Por lo pronto, seguir monitoreando y hacer el mejor esfuerzo para conseguir fruta de calidad es la vía para esta temporada que esta por comenzar, llena de altibajos y dinamismo. Como dice el refrán “los problemas son oportunidades”.