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Por qué debemos avanzar en la incorporación del agro 4.0 en el sector agrícola nacional.
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La creciente demanda de los consumidores por productos que inspiren confianza y presenten información referida al origen; así como la necesidad de evitar prácticas poco transparentes que desvalorizan la imagen de calidad en torno al vino chileno, motivaron a un grupo de investigadores de INIA, con el apoyo de la Fundación para la Innovación Agraria […]
La creciente demanda de los consumidores por productos que inspiren confianza y presenten información referida al origen; así como la necesidad de evitar prácticas poco transparentes que desvalorizan la imagen de calidad en torno al vino chileno, motivaron a un grupo de investigadores de INIA, con el apoyo de la Fundación para la Innovación Agraria (FIA) y el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), a rastrear el origen de la materia prima que se utiliza en la elaboración de esta bebida. Para hacerlo, elaboraron una metodología de trazabilidad genético-molecular del origen varietal de los vinos, la cual permite hacer un seguimiento inédito de las variedades que componen un vino.
“Sin duda la industria del vino es nuestra carta de presentación en el extranjero y nosotros, como institución vinculada al Ministerio de Agricultura, hemos tratado de fortalecerla con el trabajo que durante décadas han realizado nuestros investigadores. De la mano de la innovación logramos producir el vino más austral del mundo, generamos un vino sin alcohol, valorizamos variedades patrimoniales y obtuvimos interesantes productos para responder a los exigentes mercados que acostumbran a la calidad nacional”, informó el Director Nacional de INIA, Pedro Bustos, quien destacó esta iniciativa que será de gran utilidad para esta relevante industria en Chile.
En tanto, el Director Ejecutivo de FIA, Álvaro Eyzaguirre, indicó que para la Fundación es de suma importancia aportar al desarrollo del sector vitivinícola del país “y hoy el reto en esta línea se encuentra en la disminución de brechas tanto entre productores como con los competidores a nivel internacional. Asimismo, el trabajo en imagen ante los mercados extranjeros se presenta como un aspecto estratégico. Dentro de los factores relevantes para ello está la calidad y diversidad de nuestros vinos, que se impulsan a través del manejo del viñedo, en sus bodegas y también en el proceso comercializador. Aquí, la mano de obra y su capacitación juegan un rol primordial. Es así como con este tipo de iniciativas se está fortaleciendo la vitivinicultura chilena a través del desarrollo de innovaciones que permitan reconocerla, a nivel internacional, como una industria eficiente, diversa y sustentable, orientada a los mercados más exigentes”.
Respecto al proyecto, el biotecnólogo molecular de INIA La Platina, Nilo Mejía, dijo que “esta metodología es una innovación que permitirá identificar el origen de los vinos, tan lejos como sea posible, dentro de la cadena productiva que, además, está muy fragmentada en productores de uva y vinificadores, parciales o integrales, quienes tienen la necesidad de certificar la autenticidad de su materia prima o sus productos terminados”.
La trazabilidad en la industria vitivinícola nacional, añadió Nilo, se basa en el seguimiento documental (verificación de facturas y guías de despacho de materia prima y productos terminados) y la declaración de información a las empresas certificadoras, para la elaboración del boletín de exportación. “Ninguna de estas instancias utiliza técnicas analíticas que generen certeza jurídica, para determinar la autenticidad varietal del vino chileno”, sentenció.
Por ello, el proyecto soluciona esta problemática por medio de la determinación de la huella genética del vino; es decir, el análisis del ADN para identificar el origen varietal. Según Nilo Mejía este método es preciso y no está sujeto a efectos ambientales o de manejo de la materia prima. “El INIA y FIA han desarrollado exitosamente este sistema para determinar esa huella genética en vinos experimentales y de guarda, la misma será validada en un entorno que represente la amplia diversidad varietal, de ambientes geográficos, de técnicas de vinificación y de categorías”.
“Establecer la huella genética del vino, tiene múltiples potenciales usos, algunos ya se aplican en la cadena productiva vitivinícola, como la identificación/certificación varietal en el ámbito del establecimiento o replante de nuevos viñedos. Sin embargo, la innovación actual permite analizar la composición varietal más allá del material vegetal, identificando el origen varietal en la uva, en el mosto, en los vinos sin terminar (etapas de vinificación y enológicas) y en los vinos terminados y envasados”, aclaró.
El proyecto – impulsado por la Fundación para la Innovación Agraria (FIA) en su Convocatoria Nacional 2019− generará una herramienta de especial interés para el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), ente fiscalizador del cumplimiento de la Ley de Alcoholes N° 18.455, que regula la producción y origen de los vinos producidos en nuestro país y que contribuye a mantener la imagen de Chile como productor de excelentes vinos.
“Esta metodología tiene el potencial de valorizar las producciones genuinas y al mismo tiempo ofrece una herramienta analítica de apoyo que genera una certeza jurídica para las labores de fiscalización que realiza el SAG, institución asociada al proyecto. La transparencia en el uso de materia prima aportaría significativamente a la valorización de la marca país, porque además de calidad el consumidor moderno busca integridad, responsabilidad y autenticidad”, especificó la investigadora y enóloga de INIA, Irina Díaz.
Asimismo, la iniciativa cuenta con la participación de Vinos Lugarejo y de VIGNO como asociados, con quienes validarán los trabajos en materia de análisis genéticos del vino.
“Participar en el proyecto de huella genética, para vinos Lugarejo, es muy importante. No sólo porque queremos saber que la uva que compramos es realmente la que queremos adquirir, sino porque nos motivan nuestros clientes. Queremos que la gente reciba un vino honesto y sepa que lo está comprando es lo que desea probar. Si bien a la fecha no exportamos, sabemos que al momento de iniciar nuestras ventas al exterior, tener un sello de huella genética, realmente será un plus para nuestras botellas”, cuenta Elina Carbonell, dueña de Vinos Lugarejo, una producción de autor, familiar, con las propias uvas de sus jardines en Nancagua, Peralillo y Paredones.
En el plazo de 3 años, se espera obtener una experiencia piloto de certificación de autenticidad de vinos, a fin de generar un servicio que contribuya a aumentar la transparencia en la industria vitivinícola y valorizar la imagen país a través de productos auténticos.
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Robert Edition
6 minutes ago