Mundoagro

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Julio Rodiño Durán

Director Editorial

Edición 161

SOSTENIBILIDAD: EL DESAFÍO DE PLASMAR LAS BUENAS INTENCIONES

Hasta ahora, la sostenibilidad como concepto solía utilizarse para calificar algunas medidas medioambientales tendientes a salvar los ecosistemas de nuestro planeta. Sin embargo, con el tiempo se ha transformado en un término genérico más amplio, que incorpora los factores no financieros de un negocio, es decir, cuestiones ambientales, sociales y de gobernanza. Esto se refleja en las llamadas iniciativas o criterios ESG (por sus siglas en inglés, Environmental, Social and Governance), que supone que la mirada de los inversionistas está más enfocada que nunca hacia las empresas y proyectos que incorporan una estrategia activa hacia estos conceptos. Según Deloitte, McKinsey y PWC, esta ya no sería una moda sino una realidad que muestra un cambio efectivo en las exigencias, al menos de parte de los inversionistas. Además, los criterios ESG están relacionados con los llamados ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible), término utilizado por la ONU para referirse a los diecisiete macrotemas que representan los desafíos y vulnerabilidades que deben ser abordados por todos para 2030 para actuar en el desarrollo sostenible del mundo. Según la última encuesta (2022) The Harris Poll para Google Cloud, el mundo ha avanzado hacia la sostenibilidad y “el gasto en sostenibilidad ya supone cerca del 10% del presupuesto total de las corporaciones. Los altos directivos quieren que sus negocios crezcan de una forma sostenible, aunque eso signifique menores ingresos a corto plazo”.

Sin embargo, hay algunas cifras preocupantes. Esta misma encuesta refleja que el 72% de los ejecutivos encuestados considera que todavía existe una “hipocresía verde”, en el sentido que los ejecutivos exageran sobre los esfuerzos y el alcance de las políticas implementadas por sus empresas. Asimismo, se indica que el 66% de ellos considera que “una mayoría quiere ser más sostenible pero no saben cómo alcanzar estas metas”. Es evidente entonces que existe una brecha entre las exigencias de los grandes inversionistas, que no hacen otra cosa que reflejar las preocupaciones de la sociedad actual ante las exigencias de sostenibilidad a sus carteras de inversión, y por la otra, los eje cultivos a cargo de implementar estas iniciativas y criterios de sostenibilidad que todavía no tienen del todo claro cómo hacerlo.

En el rubro agrícola, se podría decir que la sostenibilidad nos aflora de una manera más natural. Convengamos que no requiere el mismo esfuerzo tratar de ser sostenibles produciendo acero o carbón que produciendo lechugas o naranjas. A pesar de que, en los dos rubros mencionados puede fácilmente caerse en prácticas reñidas con los criterios ESG, el hecho de trabajar con la naturaleza y las plantas nos hace quizás visualizar de manera más clara el cómo ser sustentables.

En esta edición de Mundoagro presentamos el caso de una empresa líder en el mercado de los alimentos congelados y que es un buen ejemplo de cómo sus ejecutivos están implementando criterios ESG de sostenibilidad con gran éxito, orientados hacia el producto y el consumidor final, pero también pensando en sus trabajadores y agricultores, proveedores de su materia prima.

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